Según cifras de la ONU, más de 37 mil palestinos han abandonado la zona de Cisjordania durante el último mes, debido a una ofensiva militar de Israel. El ataque israelí ha erradicado casi por completo cuatro campos de refugiados en el también denominado West Bank, donde las tropas han destruido carreteras, infraestructuras, líneas de luz y electricidad. El ministro de Defensa de Israel aseguró el pasado lunes que el ejército desplegado se preparaba para quedarse un año y que impedirían el regreso de los palestinos.
Ronald Friedrich, director de campo de la UNRWA (Agencia de Refugiados de la ONU) en Cisjordania, presentó datos oficiales sobre los daños en los campamentos. Según el director, las tropas israelís han demolido más de 100 viviendas en los campos de Jenin y Tulkarem, además de 300 tiendas comerciales y el incendio de por lo menos 10 casas. Este ataque ha dejado a miles de personas en una situación crítica, sobre todo a la población de las zonas más pobres de Cisjordania, que se ven obligados a alquilar viviendas temporales en aldeas aledañas. OCHA, agencia humanitaria de la ONU, reportó la «necesidad urgente de asistencia en efectivo» para que 4000 familias puedan cubrir sus alquileres.
The #WestBank is caught in a growing crisis of displacement and destruction, due to the Israeli Forces operation ongoing for five weeks.
— UNRWA (@UNRWA) February 28, 2025
Access to education for children, healthcare and basic services is in jeopardy.
Communities are struggling and fear is increasing.
UNRWA… pic.twitter.com/BbJj4NoyU3
Friedrich sostuvo que «Cisjordania no ha sufrido un desplazamiento forzado a gran escala como el de ahora desde 1967». Esta fecha corresponde a la Guerra de Medio Oriente, donde 250 mil palestinos fueron obligados a abandonar la región debido a la invasión de Israel en la zona de Jerusalén oriental y la Franja de Gaza.
Pocos recursos para los afectados
La Autoridad Palestina, organismo encargado de administrar los campamentos en Cisjordania, ha enviado más de 16 camiones con ayuda y fondos de emergencia, pero su capacidad de ayuda es limitada. Esto se debe a que la guerra dejó al Estado con problemas de liquidez, pues Israel lleva meses reteniendo los ingresos fiscales que necesita para pagar a sus trabajadores. Tampoco ayuda que la autoridad es mal vista en los campos de refugiados, donde se les percibe como una herramienta del gobierno de Israel.
La UNRWA también tiene problemas para coordinar con las autoridades israelís. En el pasado se podían organizar evacuaciones con el ejército, pero el país judío instauró unas nuevas leyes que evitan la comunicación entre las autoridades y la agencia, por lo que se dificulta esta posibilidad.