Entrevista a monseñor Luis Urbanc, obispo de Catamarca
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Por JUAN CRUZ CASTIÑEIRAS
Monseñor Luis Urbanc es el obispo de la provincia argentina de Catamarca. En dicha provincia se venera a la Santísima Virgen del Valle. La provincia de Catamarca se ubica en el noroeste argentino.
¿Cómo debemos fortalecer la fe y la esperanza en estos momentos tan difíciles que vive el mundo?
La mirada la tenemos que llevar siempre hacia Dios nuestro Señor, Él es nuestra fortaleza, Él es el origen y el fin de nuestras vidas. Él es el único que tiene el poder sobretodo. Creo que si algo tenemos que cultivar es esto de la fe, la esperanza y la caridad.
Precisamente puso esto en mi escudo episcopal, simulando las montañas de Catamarca con tres puntos y en cada punta de ellas una estrella. Dos en la punta más baja que son la fe y la esperanza y en la punta más alta la caridad. Porque fe y esperanza la tenemos mientras vivimos en este mundo, lo único que permanece para siempre es el amor. Si nosotros con fe y esperanza cultivamos el amor a Dios, y por amor a Dios el amor al prójimo algún día alcanzaremos esa puerta que está abierta para todo aquel que quiera entrar en el corazón de Dios por siempre. Creo que esta pandemia les ha ayudado a muchos a mirar hacia Dios, a mirar hacia lo alto y a mirar hacia las cosas esenciales. Acá debemos aprender a compartir ese amor que Dios nos tiene para con nuestros hermanos, especialmente los más necesitados y los enfermos. En este momento debemos estar muy cerca de los que padecen la afección del COVID. Todo esto debemos hacerlo con una gran confianza puesta en Dios, en la Virgen y en San José.
En este momento de sufrimiento y que a veces la ciencia médica tiene interrogantes, ¿es propicio para que ocurran milagros?
Milagro es que usted y yo estemos vivos, el gran milagros es que existamos y podamos hablar y que coordinamos nuestros pensamientos. Los milagros son de todos los días y a veces todavía pretendemos más. Que milagro grande es ver tantas personas, médicos y enfermeros, que trabajan y se ponen al servicio del hermano que lo necesita. Cuánta solidaridad hubo al preparar comida y llevarle el alimento a quienes están aislados, ese es un milagro, milagro de todos los días. Creo que eso esta pandemia lo ha ido provocando. Lo importante es que no sea una cuestión puntual y nos vayamos habituando a ser solidarios y a estar cerca de quien lo necesita. Así Dios se hace presente con su poder a través de nuestras manos, ojos, corazón y oídos. Dios está actuando en medio de esta pandemia.
¿Considera que la Iglesia actúo bien en oposición a la Ley del Aborto o estuvo un poco débil como consideramos algunos católicos?
A veces me reservo ciertas opiniones porque lo único que haríamos es generar más debate. Creo que está claro que en todo el Episcopado tenemos un amor por la vida y defensa por ella. Hay veces hay medidas prudenciales y oportunidades de decir las cosas. En este aspecto tenemos que ser más incisivos, acá lo hice con claridad.
Los medios a veces no van a hacer repercutir una reflexión que no les interesa a menos que sea conflictiva. Cada uno tiene que hacer las cosas lo mejor posible, alentar y animar para evitar la confrontación.
Hoy se busca mucho la confrontación, el litigio, el pelear y eso genera más grieta. Creo que tiene que haber más compromiso de cada bautizado, si cada bautizado se pronuncia en su lugar a favor de la vida, si tenemos esa suma de laicos generará una situación favorable. ¿Qué ganamos con tener un gallo de riña? Para que sea espectáculo, ese es el gran problema que tenemos.
Se busca que vaya alguien en nombre mío y que pelee, ¿para qué? para que algunos te aplaudan, pero así no hay ningún compromiso. Debemos estar a la par de cada bautizado para que exprese sus convicciones en su familia, en su trabajo y en su vida. El mensaje tiene que ir al laicado que es la mayoría de la Iglesia, no los sacerdotes. Son pocos los pastores, la gran mayoría son los bautizados que debe ser el fermento en la masa. Hay que ir a la pronunciación del laicado.
Tiene que haber ámbitos de debates serios de mucho respeto y que no se preste al manoseo para buscar tribuna. Debemos profundizar sobre la vida y la fe como hizo Jesús. El trabajo arduo de todos los días es el más valioso. Debemos buscar un cambio profundo con el compromiso del laicado, debemos ir a la base y que si está floja se desploma toda la sociedad.