Tengo que volver a escribir sobre un tema que preocupa al personal de las embajadas, así como a sus invitados, que son los zampones o paracaidistas que se introducen a las recepciones de las delegaciones diplomáticas sin invitación. En Argentina se les llama “Los Confusas” porque siempre se confunden entre los invitados.
Cada vez más esta gente sin escrúpulos se está colando en masa a las fiestas nacionales. Hace unos años eran entre diez y doce, hoy son como treinta.
Las personas recatadas y con valores no se atreverían a ingresar a un evento sin invitación, pero esta plaga –sin vergüenza- se las ingenia para introducirse en todas las formas posibles, sin importarles nada, ni su prestigio personal.
Tratan de ser invitados en forma oficial. Llaman por teléfono a las secretarias fingiendo ser amigo del embajador o inventándoles cargos de algunas organizaciones –hasta inexistentes-, pidiéndoles modestamente que aún no han recibido la tarjeta de invitación o también se indignan por ello. Sus llamadas son hasta el cansancio y a veces son tan convincentes que logran ser convidados.
Si no lo consiguen, como caraduras que son, van de frente a la celebración, merodean la puerta, hacen que están hablando por teléfono, tratan de divisar en la cola de ingreso a algún conocido (en una oportunidad una señora se agarró del brazo del entonces Nuncio Rino Pasigatto- para introducirse) o esperan el momento preciso para tratar de “zamparse” o “colarse” a la fiesta.
En una recepción un “fotógrafo” tomó imágenes de varios diplomáticos y les cobró por anticipado. Por supuesto, los estafó.
Lo extraño es que, al ingresar a la recepción, a veces el personal de seguridad pide la invitación y luego otro pide la tarjeta y hasta se verifica en la computadora o en una lista. Sin embargo, a estos especialistas en “colación” en determinado momento se les ve adentro, tomando y comiendo.
¿Cómo hicieron? Es la gran pregunta.
Algunos ingresan con sobres al que le pusieron su nombre, sin nada adentro; otros con invitaciones pasadas. Alguno va hasta uniformado; también con un terno lleno de medallas: su huachafería lo delata. Asimismo, hay quienes hacen que se exasperan y se les permite el ingreso para evitar líos o el escándalo.
Recuerdo que en la recepción de una embajada un periodista un zampón se emborrachó, agarró una pierna de pavo, la puso dentro de un periódico y con la otra mano se llevó una botella de vino. Otros hasta se toman “selfies” o fotos con el embajador. Alguno menciona que es más fácil infiltrarse en las recepciones de las embajadas cuando estas las realizan en los hoteles.
Un “confusa” de Argentina cuenta al diario Clarín que “tenés pibes que roban botellas de champagne o algún celular o cartera que quede a la vista en medio” de la recepción… “Son más las veces que entramos que las que nos rebotan. Ahí tenés que saber perder e irte calladito”.
Recuerdo que, en años pasados, en el Día de España, dos guardias civiles, sacaron en vilo a un zampón e igualmente, este año, en la Embajada de Marruecos expulsaron discretamente a cinco colados. En la Embajada de Alemania una señora fue conminada a retirarse. Los zampones saben que es imposible colarse a las recepciones de Italia, Bélgica, Chile, Indonesia, entre otras. En las fiestas de Israel y Estados Unidos, hasta se pasa control electrónico.
Las delegaciones diplomáticas deben fortalecer sus medidas de seguridad y poner más filtros para evitar el ingreso de estas personas desconocidas, más aún que últimamente el Canciller Néstor Popolizio, incluso el presidente Martín Vizcarra, altas autoridades civiles y militares están asistiendo en forma seguida a las fiestas nacionales. Hay que prevenir incomodidades.
Ricardo Sánchez Serra