Los linfocitos de vacunados y reinfectados son los protagonistas en la lucha contra el omicrón, según indican estudios

Estudios de Sudáfrica, EE UU y Holanda identifican la protección intensa del 70 al 80% de los linfocitos en personas vacunadas y reinfectadas.

El poder infeccioso de la variante omicrón se ve aniquilado por el sistema inmune de las personas vacunadas o infectadas con anterioridad, lo cual explicaría las tasas de hospitalizaciones y muertes menores a las de otras olas. Este grado de efectividad se logra junto a la patrulla élite que habita en el plasma sanguíneo, conformada por un tipo de glóbulos blancos llamados linfocitos. 

Los niveles de linfocitos en la sangre señalan el nivel de protección de los pacientes, dado que unos se encargan de asesinar a células infectadas e invasores, mientras que otros preparan al sistema inmune ante nuevas infecciones; ambos conocidos respectivamente como los CD8 y CD4. 

Si bien los estudios preliminares no encontraron diferencia en los niveles de linfocitos de vacunados, no vacunados y reinfectados; la capacidad de memoria de estos agentes marca la diferencia, puesto que recuerdan e identifican a los patógenos con rapidez a pesar del tiempo. Sin embargo, como menciona la viróloga Wendy Burgers: “Con la enorme cantidad de casos registrados en muchos países habrá muchas hospitalizaciones en un corto periodo de tiempo”. Por este motivo, no puede medirse aún el impacto real de la variante omicrón. 

No obstante, sí es posible cooperar con la memoria del sistema inmune mediante la vacunación. Como señala Andrew Redd, investigador del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de EE UU:  “Por ahora lo único que podemos decir es que vacunarse es lo mejor que cualquiera puede hacer para evitar enfermar con ómicron o cualquier otra variante. Todo el mundo debería vacunarse cuanto antes y recibir una dosis de recuerdo si aplica”.