Perú es la segunda potencia maderera de América Latina, solo superada por Brasil. Para que fortalezca su ubicación, debe quitar el freno que colocan los intereses de otras naciones competidoras en la producción de materia prima como base de una industria maderera de primer nivel. La tendencia de la degradación de los bosques peruanos empeoró en estos años de pandemia. Simultanea y drásticamente disminuyó la cadena forestal-industrial y la exportación de madera desde el Perú.
Para conocer más y poder revertir oportunamente esta lacerante realidad, se encuentran en el libro de investigación “Las garras sobre la amazonía” diversas claves reunidas por su autor, el periodista uruguayo José W. Legaspi, quien en su obra pone la lupa sobre los aspectos positivos y negativos de la existencia de un gigantesco comercio anual de la madera y sus subproductos que, según cifras de la FAO, en el 2018 alcanzó los 247 mil millones de dólares.
“El PBI entero de Perú es de 211.4 miles de millones de dólares (2017). Perú en el año 2020 exportó 94 millones de dólares menos del el 0.05% del total mundial. Uruguay con menos de un millón y medio de hectáreas forestadas (Perú tiene 73 millones de hectáreas) el año 2018 exportó 2.187 millones de dólares (datos de la Dirección General Forestal de Uruguay)”, manifiesta José W. Legaspi.
Casi el 60% del territorio peruano está cubierto de bosques. La extensión total de nuestros bosques, al año 2019, es de 82,543,385 ha, que incluyen tanto los bosques amazónicos (94,2 %), secos (4,7 %) y andinos (1,1 %).
Perú en el ranking mundial: segundo país con bosques amazónicos en el mundo, cuarto en bosques tropicales y noveno en extensión de bosques en general. Y exportamos menos del 0,05% del total mundial. ¿Por qué? ¿Qué intereses están en juego?
Los bosques amazónicos son hábitat de más de 50 pueblos originarios, cuyas tradiciones y costumbres enriquecen la cultura nacional y mundial, y está en juego buena parte del desarrollo del Perú. Hablamos de desarrollo, de oportunidades económicas y sociales, pero también de medio ambiente, de protección de nuestros bosques y de la lucha contra el calentamiento global. No desde la teoría, sino directamente desde la cruda realidad.