MÉXICO.- La política exterior mexicana acumula, año tras año, una serie de fracasos y muestra improvisaciones, escándalos y desaires, convirtiéndose en una de las peores en la historia.
Fracasaron tres importantes candidaturas de México a organismos internacionales: El subsecretario Jesús Seade Kuri, quien fue negociador del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, ni siquiera pasó a la segunda fase de selección de candidatos a dirigir la Organización Mundial del Comercio, al ganar la candidata de Nigeria.
La doctora Nadine Gasman Zylbermann, titular del Instituto Nacional de las Mujeres, fue derrotada por la propuesta de Brasil a encabezar la Organización Panamericana de la Salud.
El subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, acaba de perder la votación para presidente del Banco Interamericano de Desarrollo ante otro candidato brasileño.
Fracasaron las solicitudes del presidente Andrés Manuel López Obrador dirigidas al rey Felipe VI de España y al papa Francisco para que pidieran perdón a los pueblos originarios de México por los abusos durante la conquista y la evangelización.
Fracasaron dos propuestas multilaterales del presidente Andrés Manuel López Obrador en la ONU: El Plan Mundial de Bienestar careció del respaldo económico de los países desarrollados para apoyar a más de 750 millones de personas que viven en pobreza extrema en el mundo.
La tregua mundial de cinco años para enfrentar la crisis por la invasión rusa a Ucrania fue también cuestionada por Kiev como un “plan ruso” y no despegó la idea.
Fracasaron por lo menos dos notorias propuestas del secretario Marcelo Ebrard Casaubon: Ebrard negoció el programa migratorio de Estados Unidos “Quédate en México”, el cual causó una grave crisis humanitaria en la frontera, supuestamente a cambio de diez mil millones de dólares de apoyo al sur de México y a Centroamérica, pero Trump no entregó ni un dólar.
Marcelo Ebrard propuso sustituir a la Organización de Estados Americanos “por ser intervencionista” en el caso de la crisis política en Bolivia por rechazar el intento de reelección de Evo Morales, pero la idea careció de respaldo regional.
En cambio, por la injerencia de México, nunca habían sido declarados persona non grata dos embajadores de México, por las declaraciones intervencionistas del presidente y del mismo secretario: primero María Teresa Mercado en Bolivia y ahora Pablo Monroy en Perú.
Mientras que Mercado es una experimentada embajadora de carrera, México envió a Perú a Monroy, un novato diplomático con el rango de segundo secretario, en violación a la Ley del Servicio Exterior Mexicano, pues solo puede ser acreditado como embajador quienes ostenten el rango de ministro, no uno de nivel inferior como es el segundo secretario, pero Ebrard lo propuso por la inicua frivolidad de ser novio de una diplomática peruana, y estar cerca de ella al ser trasladada de la Embajada de Perú en la capital mexicana a Lima.
Y falta espacio para abundar en la lista de nombramientos vergonzosos, como los casos de periodistas, políticos o amigos en Estambul, Madrid, Barcelona, Moscú, Seúl, Buenos Aires, Brasilia, Caracas, Managua, Belice, Bogotá, Santo Domingo, Orlando, Panamá, donde fue rechazado un acosador y sustituido por una actriz de vodevil.