Narrativa política frente a la verdad científica del coronavirus

A cinco años del brote que cambió al mundo, el debate sobre el origen del COVID-19 sigue dividiendo a científicos y líderes políticos. Mientras numerosos estudios respaldan la hipótesis de un origen natural del virus, voces del gobierno estadounidense insisten en la posibilidad de una fuga de laboratorio en Wuhan, China.

Una de las investigaciones más influyentes en el tema fue publicada en la revista Nature Medicine. Liderado por el virólogo Kristian Andersen y un equipo internacional de científicos, el estudio concluyó que el SARS-CoV-2 no fue diseñado ni manipulado en un laboratorio. El análisis del genoma viral reveló una estructura que, según los autores, no podría haberse replicado artificialmente.

“El SARS-CoV-2 es producto de la evolución natural”, aseguró Robert Garry, profesor de la Universidad de Tulane y coautor del estudio. Según explicó, el virus presenta una combinación genética que sólo pudo originarse mediante procesos naturales de selección, probablemente entre murciélagos y otros animales silvestres como el pangolín.

Sin embargo, esta postura ha sido objeto de críticas desde sectores políticos. Recientemente, la plataforma oficial covid.gov reactivada bajo una nueva narrativa por la actual administración republicana en Estados Unidos acusó al gobierno chino de encubrir una presunta fuga del Instituto de Virología de Wuhan. Incluso se afirma que investigadores de ese centro habrían presentado síntomas compatibles con COVID-19 meses antes del estallido oficial de la pandemia.

Este giro retórico se basa en declaraciones recientes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que a comienzos de este año modificó su evaluación previa y ahora considera “más probable” que la pandemia se originara tras una filtración en un laboratorio chino. La nueva postura coincide con el regreso del expresidente Donald Trump a la escena política, uno de los principales promotores de la llamada “teoría del virus de laboratorio”.

“La naturaleza encontró una forma de evolucionar el virus más eficaz que cualquier diseño humano”, insistió Garry, subrayando la importancia de estudiar los coronavirus animales para anticipar futuras amenazas sanitarias. Para la comunidad científica, centrarse en explicaciones conspirativas desvía la atención de los verdaderos desafíos de salud pública global.

En un contexto de creciente polarización entre evidencia científica y discursos políticos, el debate sobre el origen del COVID-19 se mantiene como un punto de tensión donde convergen la biología molecular, la geopolítica y la comunicación pública.