Por Dr. Fernando Ysaias Aguilar Padilla
En un escenario donde la educación se debate entre la esperanza y el desencanto, el docente Segundo B. Távara Nima desentraña los entresijos de una crisis que amenaza con erosionar el futuro de generaciones enteras en el Perú.
Con la mirada serena pero firme de quien ha recorrido los pasillos de la educación, Távara Nima no duda en señalar los principales actores responsables de esta crisis silenciosa: el Congreso de la República, el Gobierno Central y la sistemática falta de coherencia en las políticas educativas.
Las Fracturas del Sistema
«Nuestra educación no está enferma, está fragmentada», sentencia Távara. Sus palabras revelan un diagnóstico demoledor que va más allá de la simple crítica: un análisis estructural de los problemas que mantienen al sistema educativo peruano en una constante encrucijada.
El Congreso: Entre la Improvisación y la Miopía
El docente es contundente al describir la labor legislativa. «Las leyes educativas cambian con una velocidad que genera incertidumbre», explica. La inestabilidad legislativa no es un detalle menor, sino un síntoma profundo de una visión cortoplacista que impide construir un marco educativo sólido y sostenible.
Távara Nima denuncia que las decisiones parlamentarias frecuentemente responden más a intereses partidarios que a una verdadera visión de desarrollo nacional. «La educación no puede ser un rehén de la política coyuntural», advierte.
El Gobierno: Politización y Discontinuidad
La crítica se extiende al Poder Ejecutivo. La falta de consistencia en las políticas públicas educativas es, para el entrevistado, uno de los principales lastres. Cada cambio de gobierno significa potencialmente una nueva dirección, interrumpiendo procesos y proyectos que requieren continuidad.
«La educación no puede ser un botín político», sentencia con dureza, evidenciando cómo la politización destruye cualquier posibilidad de construcción seria de un sistema educativo de calidad.
Más Allá de las Instituciones
Sin embargo, Távara Nima, no busca simplemente señalar culpables. Su análisis es más profundo: reconoce que la crisis educativa es multifactorial, influenciada por desigualdades sociales, deficiencias en la formación docente e inversión insuficiente.
Una Llamada a la Acción
El mensaje final del docente es esperanzador: la transformación es posible, pero requiere un compromiso integral. «Necesitamos leyes claras, recursos adecuados y políticas que realmente respondan a las necesidades educativas», concluye.
Su diagnóstico no es una sentencia de muerte, sino una hoja de ruta. Un llamado urgente para que el Congreso, el Gobierno y todos los actores educativos asuman su responsabilidad en la construcción de un futuro diferente.
La educación, parece decirnos Segundo B. Távara Nima, no es un gasto, es la inversión más importante que un país puede hacer.