Por: Alejandro Marco Aurelio Capcha Hidalgo Periodista: Reg. N°. -4654-
Los socialistas son los peores enemigos de nuestra endeble democracia. Las soluciones de ella son ligeras, o simplistas; sólo buscan llamar la atención. El amarillaje, y el sensacionalismo generan automáticamente los enfrentamientos en las redes sociales. El liviano prestigio de la presidente Dina Boluarte ha terminado como la novela de Gabo, “Crónica de una muerte anunciada”; historia favorita de sus examigos de izquierda que disfrutan la rutina del chantaje. Como dignataria se ha visto rodeada de personas a quienes consulta, comparte funciones y que comparecen ante ella en cada crisis. El misterio de la presidente Boluarte y su equipo está en la sensatez de la comunicación y sus riesgos para dar respuesta ¿cómo mantenerse en el poder sin debilitarse?
Siete días cargada de sensacionalismo judicial nos mostró al cholo, sano y sagrado de Toledo paseando en San Francisco sin ser detenido, una sentencia interminable para encarcelar a Urresti, la Fiscalía pidiendo prisión preventiva para Betssy Chávez Chino, y los socios del golpista, así como acusaciones desde Sarahui-Argel sobre el soborno de Sigrid Bazán. Pero, algo más pasó que sigue siendo sujeto a conjeturas. El gobierno cometió el error protagónico de intervenir en la incautación de bienes de Joaquín Ramírez. Su motivación por liderar la lucha contra la corrupción autogeneró un grave desliz. Sin embargo, Confucio dijo, “gobernar significa rectificar” y cuanto antes mejor.
La propaganda política es una manifestación histórica en el lenguaje comunicacional. Hace más de cincuenta años antes de Cristo, “La Guerra de las Galias” nació como una bella expresión escrita por Julio César para hacer propaganda a favor del divino calvo (él) en Roma. Entre los ss. XVIII y XIX, la tenebrosa figura de Fouché, el ministro-espía de Napoleón, fue el precursor de las fake news contra el Estado Francés para mantener la popularidad bonapartista. En el siglo XX, el temible Goebbles, el ministro agitador de masas, se volvió el creador de la propaganda nazi de Hitler.
Sin embargo, si me dan elegir entre todas las historias, me gusta más la película “Wag the Dog” de Barry Levinson, o “Cortina de Humo”, traducida al español, que según muchos funcionaría tal como titula para el caso Monica Lewinski y la Casa Oval porque se destapó a los pocos días posteriores del estreno y sugirió la estrategia comunicacional que terminó aplicando Clinton. En este film se presenta al relato cinematográfico como agenda política, o sea, la peliculina. Esta buscaba convencer a una población gringa muy pacífica, gobernada por el presidente Woodrow Wilson, para intervenir en la Primera Guerra Mundial, porque simplemente era necesario. Para lograrlo, dos asesores comunicacionales buscaron cambiar el foco del relato mediático por medio de sucesivas cortinas de humo.
Ahora el contexto es distinto. El medio cinematográfico fue reemplazado por la televisión y ésta, a su vez, por las redes sociales y la inteligencia artificial. Sin embargo, los principios de la propaganda siguen siendo los mismos. Para Chomsky “el modelo de propaganda hace predicciones a varios niveles. Hay predicciones de primer orden sobre cómo funcionan los medios de comunicación.
También el modelo hace predicciones de segundo orden sobre cómo la actuación de los medios será discutida y evaluada”.
Entonces, para Boluarte y su equipo significa que los asuntos de comunicación se hacen con ética y no se dejan en manos de cualquiera. Las premisas de una buena comunicación se realizan bajo ciertas cuestiones relevantes, como la planteada por el sociólogo Lazersfeld.
¿Quién dice qué, a quién y con qué efecto? La única receta contra la debilidad política para el gobierno de Boluarte será aprender qué causas o temas de agenda política resultan ser banales y cuáles no lo son. Hasta entonces, seguimos esperando por la reforma del Estado, la defensa de la Constitución, el Estado de Derecho y la estabilidad política. Tal como observa el periodista Andrés Oppenheimer, “con un sistema político menos caótico y conspirativo al Perú le iría mucho mejor”. Ello resume cuán importante es la comunicación en política, y naturalmente en la sociedad.