Si bien “Ribeyro, una vida” se publicó en 2021, su historia comienza antes. El año es 1991, cuando un joven Jorge Coaguila se atrevió a pedirle una entrevista a Julio Ramón Ribeyro para el diario El Peruano, donde en ese entonces hacía sus prácticas periodísticas. El autor de ‘Los gallinazos sin plumas’ le contestó “Mira, he rechazado varias entrevistas”, y tras una pausa añadió: “Te puedo aceptar una, solo si la publicas luego de mi viaje a París”.
Cuando Coaguila volvió al diario, nadie le creía que había pasado tanto tiempo con Ribeyro y menos que le permitiera hacerle un reportaje. Después de ello, todo es historia. El Flaco, como lo llamaban sus más cercanos y queridos amigos, le concedió seis entrevistas más y entre tantas otras salidas y pequeños encargos, como buscar libros en la BNP y fotocopiar documentos. Un novato Coaguila, de tan solo 21 años, con gusto realizaba esas tareas.
Jorge Coaguila, autor de “Ribeyro, una vida” cuenta que, aunque jamás tuvo en mente escribir una biografía, después del fallecimiento de Ribeyro en 1994 se enteró que éste les decía a algunos escritores ‘conozco a un chico, a un joven que conoce mi obra incluso más que yo”. Lo decía en broma. ‘Es mi crítico, va ser mi biógrafo’, decía el autor.
Pero Coaguila no se ganó este título de biógrafo de balde: “Cuando lo conocí en persona tenía conocimiento de su obra y un apasionamiento por conocer todos sus trabajos literarios”. Este conocimiento de su obra le permitió cierta afinidad cuando se conocieron. “Es más, cuando me escribía algunas dedicatorias me decía: para Jorge Coaguila, quien ha perdido demasiado tiempo estudiando mi obra”, recuerda el periodista.
Ribeyro, en vida trabajó en su autobiografía, pero no llegó a terminarla. El autor de ‘La palabra del mudo’ decía sobre sí mismo que tenía un espíritu de tramos cortos. Coaguila lo expresa así: “Le apasionaba la literatura, pero no tenía un halo épico. Intentó culminar el proyecto, pero ya no le alcanzó la vida”.
“Ribeyro, una vida” es la biografía que Coaguila ha escrito a lo largo de varios años, con mucha indagación y pausas. “Diría que casi una década me ha tomado reunir información de toda la gente posible, desde el portero del edificio en donde vivía en Barranco hasta de personajes muy conocidos como Vargas Llosa y Bryce Echenique”, afirma.
Tras años de investigación sobre Ribeyro, le queda la imagen de “una persona muy inteligente y perspicaz que extraía reflexiones de hechos cotidianos”. Ribeyro, uno de los mejores cuentistas de la literatura latinoamericana, ha escrito textos “que conmueven, motivan la risa, nos llevan al llanto y nos permiten conocer la realidad peruana y latinoamericana”.
Sobre cómo sería la literatura peruana actual con Ribeyro vivo, el periodista indica que es difícil dar una respuesta exacta, pero de lo que sí está seguro es que “en todo autor joven peruano que lo ha leído hay una enorme huella de Ribeyro”. Julio Ramón Ribeyro es ejemplo “no solo como prosista, sino también de artista apasionado por un tema”, concluye.