Entre Jerusalén y Tel Aviv existe un paraíso terrenal originado por el hombre, salpicado de cedros importados de Líbano, presas de vino y olivas modificadas e históricos jardines reproducidos de salvia silvestre y flores comestibles.
Sin embargo, esta reserva natural conocida como Neot Kedumin, es mucho más que una simulación de un paisaje de la época bíblica. Desde la década de los 90, Tova Dickstein la arqueóloga israelí ha estado proponiendo como una suerte de laboratorio al aire libre para analizar la milenaria dieta bíblica y los ingredientes que se están volviendo a usar en la cocina israelí.
“La antigua cultura fue, por bastante tiempo, dejada de lado en Israel”, comenta Dickstein, y explica que los antiguos israelíes manejaban una dieta mucho más rica y variada que la dieta israelí actual de humus, falafel y vegetales.
En la época bíblica, Israel era afamado por sus vinos, su miel, sus granadas y su aceite de oliva, que utilizaba generalmente crudo y de manera ocasional para cocinar carne y, con más frecuencia, guisar legumbres, lentejas y cebada.
S.H.C