Esta es una más entre las múltiples y desesperadas acciones del actual gobierno en su fallido intento por frenar la criminalidad en el país. Desde hace tres semanas, los motociclistas que circulan en distritos limeños bajo estado de emergencia deben portar chalecos reflectantes con el número de placa visible en la espalda.
La medida fue implementada con el objetivo de reducir los índices delictivos en Lima, aunque diversos expertos ya cuestionaban su efectividad desde el inicio.
Y no se equivocaban. A pocos días de entrar en vigor, se difundieron en televisión videos que mostraban a delincuentes cometiendo asaltos mientras usaban los mismos chalecos exigidos por la norma.
Tal como lo anticiparon los especialistas, la ciudadanía también desconfía de la utilidad de esta disposición. De acuerdo con una reciente encuesta de Ipsos para Perú21, el 87 % de los limeños considera que esta es una medida superficial e ineficaz, ya que los criminales pueden seguir delinquiendo incluso con los chalecos reglamentarios.
Solo un 10 % respalda la norma, creyendo que está sustentada en criterios técnicos y que puede ser efectiva en la lucha contra la inseguridad.

La norma no ha logrado frenar la ola de robos, asaltos y crímenes por encargo en Lima, y, pese a su ineficacia, está programada para entrar en vigencia a nivel nacional a partir del 21 de junio. Por ahora, su aplicación es vista como inútil por la mayoría de limeños encuestados.
Para Ricardo Valdés, exviceministro del Interior, esta medida no soluciona el problema de fondo y, por el contrario, estigmatiza a todos los motociclistas por igual.
«Estas iniciativas como los chalecos son apenas soluciones superficiales. Ni siquiera contamos con la capacidad real para fiscalizar su uso correctamente. No resuelve nada y la población lo ha entendido. Nueve de cada diez personas creen que es una medida efectista, y es difícil pensar que se equivoquen», afirmó en declaraciones a Perú21.
Valdés advirtió que obligar a todos los motociclistas a usar chalecos solo contribuye a homogenizar a quienes cumplen la ley y a quienes no, dejando a todos bajo sospecha, sin marcar diferencias entre conductores con licencia o sin ella, o entre trabajadores formales y delincuentes. Señaló también que los sicarios pueden fácilmente falsificar o intercambiar chalecos y placas.
Según el exfuncionario, lo necesario sería una regulación específica que apunte a cierto tipo de motocicletas, particularmente aquellas con características asociadas a delitos como el asalto.