Ingreso libre a la ópera lírica “Suor Angélica” de Puccini en el Teatro Pirandello

El gran Puccini, para ambientarse, visitó el convento de Vicopelago

La Embajada de Italia y el Instituto Italiano De Cultura presentarán la prestigiosa ópera lírica Suor Angélica, del compositor italiano Giacomo Puccini.

El evento se realizará en el Teatro Pirandello (Av. Alejandro Tirado 274, Cercado de Lima), el martes 17 de mayo a las 18.00 horas.

Será una noche especial. Luego de dos años de pandemia se realizará la primera presentación de ópera lírica. Desde Italia contaremos con las participaciones especiales de Giovanni Battista Rigon como director de orquesta, acompañado del director de escena Davide Garattini Raimondi.

Ambos, unidos por la pasión y el arte, en colaboración con las alumnas de la Universidad Nacional de la Música, transmitirán a toda la audiencia los dramáticos momentos que vivió la noble Suor Angelica.

Compartimos el link del avance de la presentación que se dio en el teatro Degli Arcimboldi, Milán.

https://iiclima.esteri.it/iic_lima/it/avvisi/suor-angelica-all-istituto-italiano.html

Puccini, para ambientarse, visitó el convento de Vicopelago en el que su hermana Higinia era la Abadesa. Observó la vida cotidiana de las monjas, conversó con ellas y cuando tuvo finalizada la obra fue personalmente a tocar al convento la versión para piano. Es una de las pocas obras que sólo tiene intérpretes femeninas.

Argumento

La acción se desarrolla en un monasterio a fines del año 1600.

En el patio solitario de un monasterio, terminadas las Vísperas, hermanas y novicias se reúnen a pasar el recreo cotidiano. Hablan de pequeñeces que las preocupan: de las penitencias para las hermanas que han llegado tarde al coro, de la fuente que parece de oro porque la iluminan los rayos del sol, de Suor Dolcina, que es muy golosa y de Bianca Rosa, cuyo recuerdo evocan con ternura y melancolía. Suor Genoveva, que en el mundo fue pastora, expresa candorosamente el deseo de ver un corderito, de sentirlo balar y poder acariciarlo. Suor Angélica, por su parte, confiesa no tener ningún deseo. La Hermana Enfermera entra presurosa pidiéndole a Suor Angélica, que se ocupa de preparar ungüentos y remedios para plantas y flores, una poción para una hermana a la que las abejas han picado. En ese momento aparecen las hermanas mendicantes, trayendo provisiones para la comunidad. Una de las hermanas anuncia una visita en el locutorio y dice que ha visto cerca de la puerta una elegante carroza.

Suor Angélica deja el cuidado de las flores y se acerca apresuradamente. ¿Cómo es el carruaje? ¿Lujoso? ¿Tiene un blasón? La campanilla del locutorio suena. La Abadesa llama a Suor Angélica. Su corazón siente ahora la esperanza que nunca osó albergar. Luego de siete largos años, ha venido a verla su anciana tía, austera y rígida. Trae un pergamino que Suor Angélica debe firmar. La anciana princesa tiene para la sobrina, a quien ella misma ha enclaustrado para castigarla por un amor desgraciado, palabras sin misericordia, aún cuando le anuncia que su otra sobrina, hermana menor de Suor Angélica, está por contraer matrimonio. Pero esta todo lo soporta, porque sólo desea saber una cosa, dónde está su hijo, el hijo que vio una sola vez y que le fue arrancado de los brazos. La anciana se niega a decirlo, pero la madre, fuerte en su derecho, la obliga. Al fin sabe la verdad terrible: el niño ha muerto hace dos años. La religiosa cae al suelo sollozando. Luego firma el pergamino sin leerlo, y permanece sola en las sombras del atardecer, evocando tiernamente a su hijito en una desolada plegraria.

El drama humano ha terminado; pero a este drama intenso e irreparable se agrega ahora un último episodio: el milagro. En un momento de exaltación, Suor Angélica bebe el jugo de una planta venenosa, pero al darse cuenta que ha cometido suicidio y que por ser un pecado mortal no podrá ver a su hijo en el más allá, presa de arrepentimiento, pide clemencia a la Virgen. Todo cuanto rodea a la moribunda se transforma, ahora, en una visión mística y reconfortante.