Por Víctor García Toma
Embajador Representante Permanente del Perú ante la ONU
Señor Presidente:
Estamos aquí reunidos tras aquilatar que la primera condición para convivir en paz, es convocar a la voluntad de todos para preservarla; de allí la importancia que reviste para los trabajos sobre consolidación y sostenimiento de la paz, la elaboración del Informe de la Comisión sobre su décimo séptimo período de sesiones y el del secretario general sobre el Fondo para la Consolidación de la Paz.
Dichos documentos apuntan hacia la convergencia de materializar estrategias integrales que ayuden a lograr una recuperación efectiva post conflicto, previendo para ello una asesoría permanente al Consejo de Seguridad en la formulación de sus mandatos para el sostenimiento de la paz.
Afirmamos que el acompañamiento de los procesos políticos en países afectados por la violencia debe estar orientado a construir instituciones sólidas, para lo cual es fundamental el consentimiento del Estado receptor y el involucramiento de la sociedad civil y de los organismos financieros internacionales.
En efecto, erradicar toda forma de violencia, deslegitimándola en la conciencia de las personas e instituciones, requiere un empeño global: La paz tiene la forma, la apostura y el aroma de la cultura.
Compartimos la visión de la secretaria general adjunta para Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz, Rosemary A. DiCarlo, en el sentido que el rol de las Misiones Políticas Especiales adquiere cada vez mayor relevancia, así como en el creciente papel de la Policía de las Naciones Unidas, en sus labores de aproximación y ayuda a la población civil.
Valoramos la importancia que le asigna la Comisión al examen de la arquitectura de las Naciones Unidas para la consolidación de la paz, cuyo nuevo examen para el año 2025 venimos trabajando.
El Perú coincide con la necesidad de nuevos enfoques respecto a la medición y prevención de conflictos -sobre la base del compromiso de los estados miembros con el sistema de seguridad colectiva- otorgándole el valor que corresponde a la participación plena, igualitaria y significativa de las mujeres y los jóvenes en los procesos de transición.
En ese contexto, reconocemos la importancia de los trabajos del Fondo para la Consolidación de la Paz, los cuales están dirigidos a apoyar a las comunidades y gobiernos locales en la prevención a potenciales escenarios de violencia.
Es incontrastable que la paz verdadera, la seguridad genuina y el orden estable solo se sostienen con una sociedad arropada de justicia
Finalmente, señor Presidente,
No permitamos, una vez más, que se cumpla aquel adagio que dice que cuando pasa el tiempo en que “se podía”, se presenta presuroso el pasado y nos aflige recordándonos con aquello de que “se pudo”.
La paz ostenta nobleza y altruismo, por eso tiene solar en la conciencia y convicción de los buenos.
Para que esta sea visible, es esencial que la Organización promueva con denuedo entre nuestros pueblos, la genuina gobernanza y un contrato social renovado, sustentado en la confianza, la inclusión y la convivencia con valores.
