Exitosa remembranza del líder checo en Perú. El primer “Banco de Václav Havel” en América Latina fue inaugurado en Miraflores
.
Por: Johnny Montalvo Falcón, analista internacional
“La semana de Vaclav Havel en Lima” se realizó con éxito entre el 14 y 18 de setiembre, y contó con una serie de actividades culturales que contó con la presencia de la señora Dagmar Havlová, ex primera Dama de la República Checa. Gracias a la Embajada de la Republica Checa en Lima hemos podido conocer de cerca al articulador de la “Revolución de Terciopelo” que reinstauró la Democracia en Checoslovaquia.
Debe destacarse que Havel representa la conciencia de una generación de disidentes que desde dentro y fuera de los regímenes totalitarios creyeron con tenacidad (y aún sufriendo prisión y torturas) que era posible la recuperación de la Democracia y de las libertades.
En 1968 el secretario general del Partido Comunista de Checoslovaquia, Alexander Dubcek, había planteado la construcción de un “socialismo con rostro humano”, movimiento que se denominó “Primavera de Praga”. Por entonces, Havel era un reconocido autor de Teatro que no dudo en apoyar las medidas de apertura de Dubcek en conversatorios y programas de radiodifusión. Ese mismo año, Havel fue uno de los que firmó el “Manifiesto de las dos mil palabras” en el que un grupo de disidentes pedían libertad de expresión, elecciones libres y eliminación de cualquier tipo de censura.
Havel se opuso a la intervención militar de las tropas del Pacto de Varsovia que acabó con la Primavera de Praga, lo cual provocó que sus obras fueran proscritas. Asimismo, Havel iniciará un constante periplo por las prisiones de su país durante el proceso de “normalización” política que siguió a la Primavera de Praga.
Su intensa actividad desde la disidencia y su negativa a salir de su país lo convirtieron en un referente en todo el bloque de Europa Central y del Este. En 1977 publica la Carta 77 que es firmada por numerosos intelectuales checoslovacos y exigía a su gobierno el respeto a sus propias leyes y a los Tratados sobre Derechos Humanos suscritos por el país. Por sus actividades de disidencia, Havel fue acusado de sedición y condenado a prisión en 1979; esta experiencia aumentó su fama dentro y fuera de Checoslovaquia.
Tras su liberación en 1984, Havel continuó con sus actividades políticas, convocando a reuniones clandestinas y exigiendo al gobierno que se respetarán los derechos humanos. Para 1984 se habían iniciado en Rusia las reformas políticas de Mijail Gorbachov (Perestroika y Glasnot), las que con el tiempo se irían extendiendo por Europa del Este y haría tambalear a todos los regímenes totalitarios.
Havel fue líder del “Foro Cívico” que logrará articular las protestas pacíficas contra el régimen de Gustáv Husák. Con huelgas y manifestaciones multitudinarias, el pueblo checoslovaco en solo dos semanas en noviembre de 1989 logrará hacer claudicar al régimen de Husák. A este proceso pacífico de instauración de la Democracia en Checoslovaquia se le conoce con el nombre de “Revolución de Terciopelo”.
Havel fue elegido presidente de Checoslovaquia el 29 de diciembre de 1989 y asumió el cargo en el salón de Vladislao del Castillo de Praga. Su discurso presidencial de asunción de mando es una de las piezas oratorias que resume su propia vida y su forma de pensar, del cual hemos extraído esta parte por parecernos muy actual:
“Enseñémonos, y enseñemos a los demás, que la política debería ser la expresión del deseo de contribuir a la felicidad de la comunidad en lugar de la necesidad de engañarla o expoliarla. Enseñémonos, y enseñemos a los demás, que la política no sólo puede ser el arte de lo posible, en especial si eso implica el arte de la especulación, el cálculo, la intriga, los pactos secretos y las maniobras pragmáticas, sino incluso también el arte de lo imposible, el arte de mejorarnos a nosotros mismos y de mejorar al mundo entero.”