Ricardo Sánchez Serra
Ucrania no se encuentra atravesando por una guerra patriótica, ni nada por el estilo. Está sufriendo las consecuencias de gobiernos fascistas -mejor dicho, pronazis-, que desde el año 2014, con el derrocamiento del gobierno constitucional del presidente Víctor Yanukovich, masacró a las minorías ucranianas de habla y cultura rusa, causando 14 mil muertos, entre ellos casi un millar de niños.
La guerra en Ucrania no empezó el 24 de febrero de 2022, sino ocho años antes. Kiev no cumplió los tratados Minsk I y Minsk II -conjunto de protocolos de paz- firmados con Rusia -como garantes Francia y Alemania-, por el que debería respetar a las minorías ucranianas de habla y cultura rusa, es más prohibió el idioma y la cultura rusa en las enseñanzas en las escuelas.
Tales acuerdos incluían liberación de los prisioneros separatistas del Donbás, autonomía regional, retiro de armas pesadas, mejora de la situación humanitaria, etc., nada de esto cumplió Ucrania. Todo era para ganar tiempo y rearmarse.
Esto fue confirmado hace un año por los entonces mandatarios de Francia y Alemania -garantes de Minsk-, Francois Hollande y Ángela Merkel. La alemana fue más allá y confesó al diario Die Zeit que “los acuerdos de Minsk se firmaron con el único objetivo de dar tiempo a Ucrania para rearmarse y fortalecerse… Y ese país usó ese tiempo para volverse más fuerte, como se puede ver hoy…”.
Esta parte de la historia interesadamente no se cuenta, “se olvida” y más bien solo -por conveniencia- se menciona y censura la operación militar rusa de febrero de 2022. Está claro que el conflicto empezó en el año 2014. Algunos opinólogos e internacionalistas -y peor aún si son catedráticos- no deben cegarse por razones ideológicas -ni que el hígado remplace al cerebro- y deben contar la historia como es, para que el receptor forme su propia opinión.
¿Por qué se debe aceptar que muera hasta el último ucraniano? No es humano, ni civilizado que ocurra esto. El presidente Volodimir Zelenski pretende que mueran todos. La desinformación que señalaba que estaban triunfando sobre los rusos, es desmentida por la realidad. Lo último es la famosa contraofensiva de verano, que terminó en un fracaso estrepitoso. Y están muriendo cerca de mil soldados ucranianos diarios.
Sin embargo, sigue pidiendo más dinero y más armas, no para resistir, si no para atacar cobardemente a ciudades rusas, como Bolgorod, a civiles, que no están en el conflicto- para mostrar que aún puede reaccionar. Lo que hace es cavar más hondo su tumba. Y hasta deja mal a sus aliados, porque se supone que esas armas eran para defenderse y dentro del territorio ucraniano, elevando así la escala bélica.
Zelenski, en una de sus interpretaciones actorales. Ya no da más
El payaso Zelenski -no lo insulto, era su forma de trabajar antes de lanzarse a la Presidencia- sigue la misma arenga egoísta de Luis XV: “Después de mí, el diluvio”. Hizo hasta una ley que prohíbe un acuerdo de paz con Rusia. Su soberbia y autoestima inflada -aunque se presenta con cara de cordero degollado para pedir más dinero en el exterior- hace que tenga un trastorno de desrealización y que se vuelva peligroso, porque hasta pidió que se ataque a Rusia preventivamente, lo cual significará un holocausto nuclear.
Además, se pelea públicamente con el general Zaluzhni, jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, las muertes misteriosas del negociador ucraniano Denis Kireev y de Hennadiy Chastyokov, asesor de Zaluzhni. Su pedido de reclutar a los refugiados -en edad militar- ucranianos en Europa, siendo rechazado por varios países. Zelenski ya no está en sus cabales y su desprestigio es tan grande en su país, que hasta aplazó las elecciones, primero parlamentarias y en marzo las presidenciales -Zelenski no es interlocutor de paz, ni puede serlo, debe buscar el exilio para que su pueblo siga existiendo-.
Todo ello deja sin argumentos que se defiende a Ucrania porque es democrática. Ya senadores norteamericanos republicanos y la derecha de EE. UU. señalan que Ucrania no observa los estándares de una democracia. Hay que recordar, asimismo, que el Congreso ucraniano prohibió, de manera ilegal, a 11 partidos acusados de ser títeres de Rusia.
Hay que ser consciente que Ucrania ya fue derrotada y las pérdidas de territorio, fueron realizadas por sus propios gobiernos pronazis, al pretender destruir a sus minorías, que eligieron su propia autodeterminación, gran principio del derecho internacional.
Para sobrevivir, Ucrania debe capitular, hidalgamente, sin que ello signifique que sus aliados también pierdan. Es menester una nueva era de paz, de convivencia pacífica mundial. En la guerra todos pierden. Tantos siglos de conflicto y la humanidad no aprende.