– Por: Alejandro Marco Aurelio Capcha Hidalgo.
Periodista: Reg. -4654
Zozobra y angustia, es el panorama económico que viven los peruanos emprendedores, que necesitan con celeridad, una inversión extranjera, y nacional, es decir; privada y pública, de un monto aproximado de 45 mil millones de dólares anual para pretender crecer por encima de un 6% por año.
Para conquistar y compensar estos niveles de inversión en Perú es fundamental ganar la confianza de los diversos organismos inversionistas nacionales y extranjeros siempre en cuando se cumplan los códigos de transparencia, ética y moral para generar estabilidad, y seguridad. Principio elemental que el corrupto y golpista de Pedro Castillo Terrones, careció de ello, y terminó arruinando a nuestro país.
Es innegable para los especialistas en esta materia que veníamos arrastrando la peor ratio mundial de fallecidos en el mundo, por más de 270 mil muertos, por la pandemia del Covid-19, en el gobierno del nefasto, Martín Vizcarra; se adiciona a ello, el mayor monto de pérdidas en infraestructura, como desenlaces luctuosos de la megacorrupción de Odebrecht, OAS, Graña y Montero, y demás empresas que se acoplaron a la corrupción del denominado “Club de la Construcción”.
El estropicio dado por la corrupción a nuestro país, tiene nombre propio y se llama la empresa constructora brasilera, Odebrecht, que a la vez se juntaron empresas peruanas del mismo rubro, que supera ampliamente los 40 mil millones de dólares destinados a realizar obras sin sentido, sobrecostos ilegales, consultorías innecesarias y pagos de coimas a todo nivel. La destrucción de la economía en la etapa del genocida Vizcarra, puede superar una cifra similar. Sumando a los montos anteriores el costo de la corrupción de Pedro Castillo, llegamos a una cifra que supera los 100 mil millones de dólares, ¡Malgastados!
Lo más aciago es que la población lo está sufriendo por ser más vulnerable, y lo peor, que no cuenta con lo más elemental y básico, como: alimentación, agua, energía eléctrica, salud, vivienda. Con estas cifras de corrupción, superiores a los 100 mil millones de dólares, el Perú ha perdido la oportunidad de estar en una situación económica y política de liderazgo en Latinoamérica, como lo fue en el segundo gobierno del Apra, que creció anualmente por encima del 6% y que en ese entonces el presidente norteamericano, Barack Obama, felicito al ex presidente, Alan García Pérez, por liderar la economía en la región latina.
Urge un acuerdo que debemos coincidir, plasmarlo, y ejecutarlo por el bien del Perú; -la reforma total del sistema de contrataciones del Estado- eliminando la participación de empresas corruptas, como lo hizo y acertando con una buena gestión, la Municipalidad Metropolitana de Lima, quien ha decidido erradicar la corrupción relacionada a los peajes entregados a Odebrecht y la adenda al contrato de concesión de peajes brindándoles a la corrupta empresa brasileña OAS.
Odebrecht, se caracterizó por sus peculiares sobornos, y coimas millonarias en dólares, tal es el caso específico de la corrupta alcaldesa Susana Villarán, quien reconoció públicamente haber recibido coimas para entregar las casetas de peaje de EMAPE, y pactar un incremento irracional del precio de los peajes. De otro lado, es que los peajes obtenidos corruptamente afectan a varios millones de limeños que viven en Conos alejados y atrapado por la vulnerabilidad y que están obligados a pagar peaje de entrada y salida. Hay que considerar que la Municipalidad Metropolitana de Lima, está impedida, por su propio marco jurídico, de mantener vínculos contractuales, directos o indirectos, con empresas sentenciadas por corrupción, local e internacionalmente, que es precisamente la situación jurídica de la empresa Odebrecht. Un excelente logro del alcalde, Rafael López Aliaga quien anunció en su campaña electoral edil; cero corrupciones, y fuera Odebrecht del Perú.
Estoy seguro, que los peruanos solicitan atraer inversiones honestas para la creación de muchos puestos de trabajo en el Perú. Expectorando a la corrupta empresa Odebrecht, es una excelente señal a los inversionistas honestos que tienen la certeza que la MML, no permite vínculos con empresas ya sea corruptas, nacionales o internacionales. En conclusiones, la transparencia, honestidad y predictibilidad, necesarias para toda inversión, están plenamente garantizadas en nuestra Lima metropolitana, por ende, vuestro Perú.