A solo dos semanas de dejar la Presidencia del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén ha sido nombrado embajador del Perú ante la ONU. La designación fue formalizada mediante Resolución Suprema, en la que se le otorgan Cartas Credenciales y Plenos Poderes para ejercer funciones como representante permanente del país ante dicho organismo en Nueva York.
Adrianzén renunció al cargo de primer ministro en medio de una crisis política provocada por su manejo de la situación de violencia en la provincia de Pataz, La Libertad, donde un ataque dejó trece víctimas mortales. Su salida se produjo justo cuando se perfilaba una inminente censura en el Congreso, debido a sus declaraciones y cuestionado liderazgo frente a la emergencia. Ahora, el exjefe del Gabinete Ministerial pasa a asumir un rol de alta representación internacional, generando una ola de reacciones tanto en el ámbito político como diplomático.
Un nombramiento con respaldo político y críticas técnicas
Desde el Ejecutivo se ha defendido la designación destacando la trayectoria académica de Adrianzén y su experiencia en foros multilaterales, especialmente por su anterior paso como embajador del Perú ante la Organización de Estados Americanos. También se resalta su formación internacional en derecho y gobernabilidad en países como Italia, Turquía y Suiza.
No obstante, la decisión ha sido cuestionada por sectores que consideran que su cercanía con la presidenta fue un factor determinante en la designación. Se alega que su perfil carece del peso técnico y diplomático que exige una representación ante un organismo multilateral del nivel de las Naciones Unidas. A ello se suma la preocupación por su presunto desconocimiento de idiomas extranjeros oficiales en la ONU, como el inglés y el francés, requisito considerado fundamental para este tipo de funciones.

¿Reconocimiento político o estrategia institucional?
La rápida reubicación de Adrianzén en una embajada clave ha sido interpretada por analistas como parte de una estrategia del Ejecutivo para mantener cohesionada su red de aliados más leales, incluso después de su salida. Esto se enmarca en una tendencia que se ha repetido en otros casos recientes, donde exministros con vínculos estrechos con la jefatura de Estado han sido reubicados en posiciones estratégicas.
Esta dinámica ha generado críticas por considerar que se privilegia la afinidad política por encima del mérito profesional, debilitando los estándares institucionales en cargos de representación exterior. Además, sectores diplomáticos han mostrado preocupación por lo que consideran una invasión de lo político en espacios tradicionalmente reservados a diplomáticos de carrera.
Futuro incierto y observación internacional
Aún no se ha determinado la fecha exacta en que Gustavo Adrianzén asumirá sus funciones de manera oficial. Para ello, se espera una Resolución Ministerial posterior que indique los plazos y condiciones de su instalación en Nueva York.
Mientras tanto, su llegada a la ONU será observada de cerca tanto por los representantes internacionales como por la opinión pública nacional, que continúa evaluando si esta designación responde a criterios de política exterior o si se trata de un reconocimiento político dentro de un gobierno que ha demostrado una alta rotación en sus cuadros ministeriales y diplomáticos.