Grave daño de Biden a relaciones ruso-norteamericanas

Imagen de archivo de Biden y Putin, que lamentablemente no se repetiría a corto plazo

Ricardo Sánchez Serra

Nos parecieron increíbles e irracionales las desafortunadas declaraciones del presidente norteamericano Joe Biden, a la cadena ABC News, refiriéndose a su similar de la Federación Rusa, Vladimir Putin, como “asesino”.

Fue, a nuestro entender, una agresión gratuita, sin que medie razón o provocación alguna, que nos motiva a pensar que los demócratas quieren volver a la Guerra Fría.

Es un resentimiento que viene de la época de Barak Obama, en el que Biden era entonces su vicepresidente, que dejó muy deterioradas las relaciones con el propio Putin y con Rusia.

En el periodo de Donald Trump, por medio de su diplomacia presidencial, las relaciones mejoraron en forma ostensible, aunque no al nivel que, tal vez, el mundo esperaba –presumiblemente por falta de un apoyo firme del Congreso-, pero bajaron las tensiones.

Un apoyo más decidido de Estados Unidos a los vínculos con Rusia, hubiera evitado el mayor acercamiento de este último con China, gran peligro mundial. Sin duda a Obama y a Biden le faltaron los consejos de los influyentes think tank Henry Kissinger o Richard Haas. Hay que tomar en cuenta también, que Putin es un líder mundial con peso internacional, mientras que Biden recién asoma la cabeza y lo ve como un competidor.

A modo de protesta, los rusos han retirado (llamado en consulta) a su embajador en Washington, Anatoly Antonov; y, naturalmente, exigen disculpas. Es anormal un insulto de tal magnitud y a nivel presidencial, por lo que es más intrincada una solución al impasse.

Asimismo, Putin, inteligente y maduramente, le respondió a Biden deseándole buena salud, lo invitó a una cita cumbre pública (que lamentablemente los norteamericanos rechazaron) y, por otra parte, recordó parte de la historia negra de EE. UU.

Más enérgico fue el exmandatario y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, quien al respecto recordó una cita del psicoanalista Sigmund Freud: “Nada en la vida es tan caro como la enfermedad o la estupidez”.

Biden asegura que los rusos interfirieron en las elecciones norteamericanas, que le afectó en lo personal, hecho que no están probados por una investigación seria e independiente. Aún si presumiblemente fuera cierto, su enfado e insulto particular no pueden comprometer los intereses de dos naciones, miembros del Consejo de Seguridad y que buscan la paz internacional.

Por el bien de la humanidad, esperemos que este entuerto se resuelva lo más pronto posible.