
El periodista y escritor Jorge Cela Trulock falleció la madrugada del viernes a los 88 años en Madrid, donde residía. El comunicado lo anunció su sobrino, Camilo José Cela Conde.
Cela nació en Madrid, donde se licenció en Ciencias de la Información, aunque su mayor huella la deja en el mundo literario. Fue el hermano menor del Nobel Camino José Cela nunca lo mantuvo en la sombra. Fue director de la editorial Alfaguara en sus primeras épocas, fundada junto a su hermano, y secretario de las publicaciones Cuadernos Hispanoamericasno y Papeles de Son Armadans. También fue creador literario, acumulando 16 obras que consiguieron grandes premios. Como, por ejemplo, en 1957 fue galardonado con el «Ateneo de Valladolid» para novelas cortas por su obra Blanquilo, peón de brega.
En 1987, cuando C. J. C. ganó el Premio Príncipe de Asturias, Jorge Cela escribió en EL PAÍS: “Me dicen los amigos de EL PAÍS que debo escribir unas cincuenta líneas en tanto en cuanto CJC ha reivindicado el idioma. Y resulta que le va bien a Camilo lo de reivindicar. Porque el idioma lo ha bordado siempre, cosa que ni sus enemigos, que siempre los hay, pueden negárselo, y lo ha bordado porque lo aprendió en los clásicos, cuando yo aún no había nacido, y no se le olvidó, y sobre todo no lo quiso olvidar”.
Entre las leyendas que circularon sobre las aspiraciones literarias de Jorge Cela hay una que cuenta que su familia, alentada por el éxito del hijo mayor, lo recluyó para que se preparara para igualarlo. Un día, según este cuento, fueron sus amigos adolescentes a buscarlo para jugar en aquellas calles de la posguerra madrileña. La asistenta los disuadió de seguir buscándolo: “El señorito está leyendo a Dostoievski”. Lejos de este Cela Trulock cualquier tentación de emulación o lucha por la fama. Escritor él mismo, fue publicando sus libros, novelas o cuentos, con el ritmo que le dio la gana, sin competir con el que sería Nobel ni con ninguno de sus contemporáneos. Al contrario, desde su desempeño como editor trabajó a favor de la carrera de otros colegas que en los años sesenta del pasado siglo querían abrirse camino por el sendero del reconocimiento. Uno de ellos, Manuel Vicent, publicó con la Alfaguara de los Cela su primer libro, una novela corta, El resuello, que apareció en una colección de noveles entre los que estaban también Alfonso Grosso o Jesús Torbado. El autor de Tranvía a la Malvarrosa dijo este domingo: “Publicó aquel libro, me llevó a concursar al primer premio que obtuve, el Alfaguara de su época, y fue de una increíble ayuda para toda mi vida. Por eso yo siempre lo llamaba «Cela el bueno”.
Por otro lado, sus compañero de TVE se pronunciaron para decir que «Era un hombre de carácter, pero no era peleón”, y era tímido, incapaz de hacer valer su conocimiento para humillar a sus amigos. Pero era tenaz defensor de la lengua, capaz de pasarse horas explicando, defendiendo con paciencia a la lengua de lo que consideraba un deterioro irreversible. Él decía que estaba allí, en la redacción, como ayudante de aquellos que tuvieran dudas. Como novelista mantuvo esa humildad de carácter hasta el final.