Los hijos de García Márquez, Gonzalo y Rodrigo García Barcha, presentaron esta semana la novela póstuma «En agosto nos vemos». Esta obra, anunciada desde su publicación como «el acontecimiento literario de la década», ha generado una gran anticipación y suscitado dudas entre los lectores.
Lo cierto es que es el último esfuerzo del novelista por seguir creando, a pesar de enfrentar problemas de pérdida de memoria. Debido a esta misma razón, la novela fue objeto de escritura y revisión durante varios años por parte del autor, hasta que finalmente llegó a la conclusión de que «este libro no sirve. Hay que destruirlo». Fue en 2014 que sus hijos decidieron darle una segunda oportunidad tras revisarla.
Debido a la resistencia inicial del autor hacia su propio trabajo, sus hijos sostienen que un García Márquez en pleno juicio habría optado por destruirlo por completo, para evitar cualquier rastro de su existencia. Por lo tanto, en un acto que consideran traición, decidieron privilegiar el placer de los lectores sobre cualquier otra consideración. «Si ellos lo celebran», expresan, «quizás Gabo nos perdone».
Crítica
La trama narra la vida de Ana Magdalena Bach y sus travesías a una isla donde reposa su madre enterrada. Aproximándose a los cincuenta años, Ana opta por explorar una suerte de segunda juventud, aprovechando cada viaje para disfrutar encuentros clandestinos con diferentes amantes. Una noche anual, Ana María se transforma en un ser completamente diferente al que todos conocen, y se le concede total libertad para expresar su sensualidad a través de una variedad de personalidades.
Ante ello, la crítica especializada destaca la simplicidad de la trama, caracterizada por una estructura clásica que carece de profundidad temática. Sin embargo, lo que resalta son los diálogos, considerados exquisitos por su agudeza y capacidad para sorprender al lector. A pesar de esto, el ritmo narrativo presenta un problema evidente, con la presencia de palabras repetidas y erratas que interrumpen la fluidez de la acción del personaje, aspecto atribuido directamente al editor como responsable.
De esta manera, la obra se considera una novela corta que ofrece una experiencia placentera, aunque se debate si representa lo mejor del autor. Como señalaron sus hijos en la presentación oficial del libro, no añadirían ni una sola palabra que no estuviera en las notas de García Márquez o en diferentes versiones, ya que toda la obra del Premio Nobel colombiano está a disposición de los lectores.
«Y los lectores decidirán si nosotros, los hijos, nos equivocamos o no», concluyeron.
