“Es parte del trabajo de Dios», susurraba el sacerdote a sus víctimas mientras abusaba de ellas

En 1993 una denuncia conmocionó al mundo entero, el sacerdote Gerald Francis Ridsdale, era apresado y llevado a prisión por el delito de violación. Nadie esperaba que un hombre tan respetable como él,  fuera capaz de cometer una aberración tan terrible, contra niños que confiaban en él y en su fe cristiana.

Ridsdale, tiene actualmente 83 años, sigue en prisión desde su primer arresto en 1994, cuando se declaró culpable, por tercera vez,  del ataque sexual a los niños que estaban a su cargo. Entre 1962 y 1988 aceptó la violación de 11 niños y una niña, anterior a ese proceso, ya había sido condenado por el abuso de 53 niños.

Nacido en Victoria, Australia, en 1934, desde pequeño mostraba inclinación por el sacerdotismo, en 1954 se inscribió en Corpus Christi College, en Werribee, para reafirmar su amor por Dios, se presume que en 1961, cuando finalmente fue ordenado como sacerdote, empezó también su carrera de delitos sexuales.

En uno de los relatos expuesto por el fiscal Jeremy McWilliams ante la Corte del Victorian County- el cura estaba en la vivienda de una familia a la que asistía espiritualmente. Era de noche y estaba junto al jefe de hogar. Este despertó a su pequeña hija, quien dormía tranquila en su habitación. En el pasillo, esperaba Ridsdale. Juntos la llevaron a la iglesia, su padre la desnudó y la depositó en el altar, donde fue sometida sexualmente por el cura. Era 1974 y la víctima tenía apenas 10 años. Para justificar su accionar, susurraba en el oído de su víctima «Jesús murió por nuestros pecados, entonces podemos ser perdonados y si confieso este pecado, podré ser perdonado»

Otro caso, fue el de un niño al que también violó en el altar de su iglesia en Victoria, al que también le hizo creer que lo hacía en nombre de Dios, «Es parte del trabajo de Dios», le decía mientras lo violentaba, pero al ver la resistencia que el pequeño ejercía también lo amenazó, «Le dijo que si alguna vez le contaba a alguien, Dios castigaría a su familia», relató el fiscal. Del mismo modo, aseguraba que sus demás víctimas se sintieran culpables para que no lo delataran, «Es nuestro pequeño secreto»; «no le digas a tu mamá, o tu papá podría morir».

Nadie en Australia puede entender los motivos que lo llevaron a cometer un crimen tan terrible, pese a haber sido condenado a 18 años de prisión en 1994,  en agosto de 2006 a otros 13 años y  finalmente en el 2014 se sumaron 8 años más, en todos los casos por abuso infantil; los afectados no olvidan y exigen más que el encierro, para el que consideran  el más prolífico pedófilo.

Se presume que  Ridsdale habría abusado de al menos mil niños en toda su carrera religiosa.

 

N.R.C.H