El sentimiento de fracaso, el aislamiento social o la sensación de soledad, sumado al miedo constante a ser deportado, son parte de las problemáticas psicosociales a las que se enfrentan diariamente los migrantes en el mundo y se le conoce como “el síndrome de Ulises”, con relación a la historia de peripecias del mítico personaje.
Diversos estudios llevados a cabo con hispanos en Estados Unidos, demuestran que el miedo a la deportación, la discriminación, el escaso dominio del idioma y el estatus migratorio incierto, son factores que originan un alto nivel de estrés perjudicando así la salud mental.
A esto se añade la ansiedad ante la posible separación forzada de los seres queridos, lo que deriva a una fuente de profunda angustia, tal y como se evidencia plenamente en un reciente capítulo del pódcast norteamericano This American Life.
En otras investigaciones se ha demostrado que la política de intercepción y detención de los refugiados dados en los conflictos en Medio Oriente, por ejemplo, tiene efectos negativos en cuanto al bienestar mental y es que el estrés vivido es una realidad inherente para los deportados.
Sin embargo, debido a la precariedad de las condiciones de vida y la incertidumbre de una estabilidad laboral, hacen que el acceso a servicios de salud mental y el adecuado tratamiento psicológico, representen un lujo fuera de alcance para los migrantes, por lo que urge se instalen redes de apoyo o asistencia comunitaria en el país de acogida.
K.V.C.