Señor presidente,
El Perú expresa sus más sentidas condolencias a los familiares de las víctimas, con
prescindencia de su nacionalidad o credo, y manifiesta su solidaridad con las poblaciones
afectadas por el devastador conflicto en el Medio Oriente; el mismo que lleva décadas
sin solución; y, que, desde el 07 de octubre, ha experimentado un nuevo y grave
escalamiento en las hostilidades.
Nos encontramos reunidos en aplicación de la resolución titulada “Unión pro-paz”, que
dispone que, “si el Consejo de Seguridad, por falta de unanimidad entre sus miembros
permanentes, deja de cumplir con su responsabilidad primordial de mantener la paz y la
seguridad internacionales, (…) la Asamblea General examinara inmediatamente el
asunto con miras a dirigir a los miembros recomendaciones apropiadas, (…) a fin de
mantener o restaurar la paz y la seguridad internacionales”.
Lo expuesto ha ocurrido a raíz de que varios proyectos de resolución del Consejo de
Seguridad no lograron ser aprobados.
Señor presidente,
Hace tan solo unas semanas, en el debate general, mi país se dirigió a los estados
miembros con un mensaje muy claro:
“El Perú promueve la paz. Y para alcanzar esa paz es necesario aplicar la Carta de las
Naciones Unidas en toda circunstancia”.
Y, si bien la Carta contempla el derecho a veto, su artículo 24.2 dispone que el Consejo
de Seguridad, en el desempeño de sus funciones, deberá proceder “de acuerdo con los
propósitos y principios de las Naciones Unidas”. Y, conforme al artículo 1.3, sus
propósitos incluyen la solución de problemas internacionales de carácter humanitario.
Consecuentemente, bajo la lectura teleológica y sistemática de la Carta que el Perú
promueve, el veto no debería usarse en una forma que implique un impacto negativo en
el cumplimiento de los propósitos de la organización.
La posición de estancamiento a la que nos somete el Consejo es preocupante en grado
sumo. Nos consterna, más aún, cuando esto ocurre mientas la humanidad observa con
estupor la continuidad de los enfrentamientos y el derramamiento de sangre, que alcanza
a miles de civiles inocentes.
Como representantes de nuestros pueblos, con responsabilidades en pro de la paz y la
seguridad internacional, tenemos la obligación de preguntarnos culposamente:
¿Qué estamos haciendo para remediar esta verdadera tragedia?
¿Cumplimos con nuestros deberes o los estamos ignorando de manera inexcusable?
¿Tratamos de ponernos de acuerdo o de culparnos unos a otros?
La pesada carga de atender a las respuestas a estas interrogantes evidentemente es
mayor en el caso de los estados con compromisos directos en pro de una solución justa
y duradera.
La semana pasada, el Consejo de Seguridad tuvo ante sí una opción clara y viable para
tomar acciones concretas: el proyecto de resolución presentado por Brasil recogía
equilibradamente las diversas perspectivas de sus integrantes y obtuvo 12 votos, pero
un miembro permanente decidió emplear su derecho a veto. Y al parecer, aún estamos
lejos del consenso.
En las actuales circunstancias, el Perú reafirma que se debe buscar el consenso en
atención a los siguientes elementos:
Primero
- El establecimiento de un cese al fuego con fines humanitarios.
Segundo - La condena firme e incondicional de todos los actos de terrorismo y actos de violencia
y hostilidades contra civiles.
Tercero - El rechazo inequívoco y la condena de los atroces atentados terroristas perpetrados
por Hamás el 7 de octubre, así como la toma de rehenes.
A este respecto, el Perú ratifica de manera tajante, por propia vivencia de este tipo
de acciones vesánicas, su rechazo al terrorismo en todas sus manifestaciones,
provenga donde provenga.
Cuarto - La solicitud para la liberación inmediata e incondicional de todas las personas
privadas de su libertad y sometidas a la condición de rehenes.
Quinto - Una exhortación firme, a todas las partes, para que cumplan con sus obligaciones
conforme al derecho internacional, en particular el derecho internacional de los
derechos humanos y el derecho internacional humanitario. En ese contexto, es
insoslayable el compromiso asumido en favor de la protección de la población civil, el
personal humanitario, la infraestructura civil y los bienes humanitarios.
Sexto - La aprobación de disposiciones concretas para garantizar el acceso pleno, rápido,
seguro y sin trabas de la ayuda humanitaria, así como la provisión de artículos y
servicios esenciales, como agua, alimentos y suministros médicos, para la población
civil.
Séptimo - El llamado a revocar la orden de que los civiles y el personal de las Naciones Unidas
evacuen todas las zonas de Gaza al norte de Gaza y se reubiquen en el sur de Gaza.
A este respecto, el Perú recuerda que el derecho a la autodefensa debe darse en
cumplimiento del derecho internacional, incluyendo el derecho internacional
humanitario; y bajo los principios de distinción, necesidad, proporcionalidad y
precaución.
Octavo - La invocación a que todas las partes por igual actúen con la máxima prudencia y
humanidad y se evite un escalamiento en la región.
Señor presidente,
Queremos expresar el respaldo del Perú a la labor del secretario general, especialmente
en sus esfuerzos en materia humanitaria. Asimismo, coincidimos con él en que “los
agravios contra el pueblo palestino no pueden justificar los atroces ataques de Hamás.
Y esos atroces ataques no pueden justificar el castigo colectivo contra el
pueblo palestino”.
El Perú reafirma su compromiso histórico por la solución definitiva del conflicto en Medio
Oriente, con apego al derecho internacional, por lo cual reconoce a Israel y Palestina
como Estados soberanos y mantiene relaciones diplomáticas con ambos.
Precisamente, desde una perspectiva histórica, hay un aspecto que no debemos
soslayar: la cuestión de Palestina está intrínsecamente ligada con esta organización.
En 1947, esta misma Asamblea General aprobó la resolución 181, titulada “Futuro
Gobierno de Palestina” en la que estableció la existencia de dos Estados, uno árabe y
uno judío. Y, desde 1967, el Consejo de Seguridad ha logrado adoptar 11 resoluciones
sobre el tema, cuyas disposiciones, conforme lo dispone la Carta de las Naciones
Unidas, son vinculantes para todos los Estados Miembro.
Por ende, es urgente que se retomen negociaciones de buena fe para lograr una solución
justa y duradera que permita a los dos Estados, Palestina e Israel, convivir, por fin, en
paz, dentro de fronteras seguras, acordadas mutuamente y reconocidas
internacionalmente, de conformidad con el derecho internacional y las resoluciones
pertinentes de las Naciones Unidas.
Señor presidente,
El pasado 19 de julio, el Perú se dirigió a la Asamblea General en aplicación de la
resolución 76/262, cuando otro miembro del Consejo de Seguridad empleó su derecho
a veto durante la votación de un proyecto de resolución, también de carácter humanitario.
El mensaje que dimos en aquella ocasión es también aplicable hoy. Para cumplir con los
propósitos de la Carta es indispensable que todos los miembros del Consejo de
Seguridad, especialmente los permanentes, se abstengan de politizar los asuntos
humanitarios. Y ello implica, entre otras cosas, dejar de anteponer las consideraciones
geopolíticas a las cuestiones humanitarias y de socorro de emergencia.
Esperamos que la propuesta que presentarán los 10 miembros electos del Consejo de
Seguridad reciba de parte de aquellos con derecho a veto el apoyo que demanda la
comunidad internacional.
El Perú reitera que las obligaciones del derecho internacional humanitario son
permanentes. Éstas estaban en vigor antes de la situación de conflicto que abordamos
y continúan siendo de cabal cumplimiento a pesar de que el Consejo de Seguridad no
haya logrado adoptar acuerdo alguno.
Del mismo modo, reafirmamos nuestra posición de que la asistencia humanitaria, donde
sea que fuera requerida, debe ser proporcionada de forma rápida, segura y sin trabas, y
siguiendo los principios de principios de humanidad, neutralidad e imparcialidad.
Reiteramos la necesidad de adopción de decisiones urgentes y con apego al derecho
internacional, incluyendo el derecho internacional humanitario, de manera inmediata,
para salvar vidas humanas y para fortalecer la confianza colectiva en el multilateralismo
como herramienta efectiva para lograr la paz.
El Perú hace fervientes votos para que se encuentre, con lucidez y desprendimiento, el
camino correcto y se le recorra con la prontitud que la situación demanda.