“El periodista ético ilumina la realidad, el profesional militante fabrica los hechos”

El periodista y catedrático brasileño, profesor doctor Carlos Alberto Di Franco, es enfático en señalar que la popularidad de una figura periodística no es una carta blanca para asumir otras responsabilidades fuera del ejercicio normal de su profesión.

– ¿Por qué es importante la imparcialidad en el ejercicio del periodismo?

-La imparcialidad es un ejercicio de lealtad con la sociedad. Los consumidores de información tienen el derecho de esperar una información factual de calidad. Hecha de acuerdo con los principios éticos de una apuración bien conducida. No una opinión camuflada, no un contrabando opinativo en la información. El periodista ético ilumina la realidad mientras el profesional militante fabrica los hechos. Nuestro papel no es de fabricante de hechos. Es el de iluminadores de la historia.

– ¿Qué daños genera al medio y a la ciudadanía prescindir de la imparcialidad?

-Al medio, de un modo claro y directo, genera una creciente pérdida de credibilidad. El lector no quiere ser manipulado. No compra un diario ni hace la opción por un telediario para ser manipulado, sino para recibir información que le permita formar libremente sus propias opiniones. Cuando se da cuenta de que hay un intento manipulador, claro o disimulado, se distancia del medio. La falta de imparcialidad es el camino más corto para perder la credibilidad y, después, la audiencia y el apoyo de los lectores y consumidores. Es un suicidio periodístico y empresarial.

En cuanto a la ciudadanía, el daño mayor es privarla de la más importante herramienta: una información clara y verdadera respecto a los hechos.

– ¿Qué situaciones pueden afectar esa imparcialidad en el periodista?

-Hoy día, con las sociedades polarizadas y radicalizadas, el principal riesgo es el abandono de los hechos y la edificación de las narrativas. Nosotros, los periodistas, debemos estar muy despiertos para este riesgo. No podemos permitir que la ideología domine nuestro trabajo. Nuestro compromiso es con la verdad de los hechos y con los consumidores de la información, no con nuestra visión ideológica o política. El sitio para hacer política no es la Redacción de los medios. Solo debemos tener dos pasiones dominantes: la búsqueda de la verdad y la pasión por la libertad.

– ¿Cómo debe obrar un periodista cuando pretende sentar una postura clara sobre un tema para que no se confunda con una opinión con segunda intenciones no expresadas claramente?

-La manera de producir una información clara y, muchas veces contundente, es apoyarla en la fuerza persuasiva de la información bien apurada, de la documentación sólida y de la apertura al contradictorio (no dejar de escuchar la parte involucrada en una eventual denuncia). Lo que no se puede admitir es una información superficial. Hay que hacer siempre las siguientes preguntas: ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Quién? Estas preguntas, hechas con honestidad, son la mejor terapia contra la manipulación.

– ¿El pacto de confianza periodista-audiencia se resquebraja al no ser cuidadosos y sinceros en la expresión de las opiniones particulares que pueden estar escondiendo proyectos personales no asumidos ante el público? ¿El oyente se puede sentir usado o vulnerado. Y a quién culparía más, al medio o al periodista?

-No hay duda de que el pacto de confianza periodista-audiencia queda comprometido cuando la información es contaminada por opiniones particulares que pueden ocultar proyectos personales no asumidos ante el público. Una cosa son los editoriales (la legítima y necesaria opinión del medio). Otra muy distinta –y no legítima– es la opinión disimulada. El oyente se puede sentir usado o vulnerado. Creo que además de eventualmente culpar al periodista, seguramente hará un juicio condenatorio al medio.

– ¿Son compatibles el ejercicio del periodismo y ser al mismo tiempo político?

-A mi modo de ver no es compatible el ejercicio del periodismo y al mismo tiempo de la política. Son mundos muy distintos. Nuestro papel es fiscalizar el poder, con independencia, serenidad y firmeza. ¿Cómo podríamos hacerlo si estuviéramos involucrados en el mundo de la política? El periodista puede tener ideas políticas, pero no puede –y no debe– usar el medio para hacer proselitismo de sus ideas. En la vida hay que hacer opciones. O se es periodista o se es político. Las dos cosas no son compatibles.

– Por más que se diga la verdad, ¿es nocivo ocultar la militancia a través de las posturas personales de los periodistas en los medios de comunicación?

-La misma militancia ya es nociva. Mucho más ocultarla. Como ya he contestado en la pregunta anterior, el periodismo moderno, y de calidad, no admite militancia. Nuestro compromiso es con la verdad de los hechos, no con la política, con los partidos o las ideologías. El lector espera de nosotros profesionalismo y claridad.

– Hay situaciones en que uno no es figura política pero ve el ejercicio del periodismo como un medio para hacer militancia ya sea con sus ideas políticas o sociales ¿Es eso ético?

-Vuelvo a insistir con claridad: los periodistas –en el ejercicio de su profesión– no pueden hacer militancia de ningún tipo. Tienen que hacer buen periodismo. Y punto. Hay gente, por ejemplo los columnistas –que no son profesionales de la redacción– que pueden desear influir con sus artículos o columnas. Puede ser una aspiración legítima. Cabe a la dirección de los medios verificar la calidad técnica y ética de los textos producidos. Es bueno, incluso recomendable, que un diario tenga columnistas con visiones distintas de la realidad. Es algo que enriquece el debate elevado de las ideas. Pero no me parece bien que los columnistas aprovechen el espacio del diario para hacer proselitismo militante de sus ideas porque pueden confundirlas con el medio y terminar comprometiendo su credibilidad.

– ¿La popularidad de una figura periodística no es una carta blanca para asumir otras responsabilidades fuera del ejercicio normal de su profesión. Ya sea en política u otro tipo de ámbito no específicamente periodístico?

-La popularidad de una figura periodística no es una carta blanca para asumir otras responsabilidades fuera del ejercicio normal de su profesión, no debe ser encarada como una escalera para el suceso personal. Nuestra actividad debe ser encarada como un servicio a la sociedad, no como una herramienta para la celebridad. Lo más bonito del periodismo no son los aplausos que pasan con tiempo, sino las historias de vida y la transformación positiva del país gracias al esfuerzo de periodistas honrados, independientes, imparciales y apasionados por su profesión.

El sitio para hacer política no es la Redacción de los medios. Solo debemos tener dos pasiones dominantes: la búsqueda de la verdad y la pasión por la libertad.

El periodista puede tener ideas políticas, pero no puede –y no debe– usar el medio para hacer proselitismo de sus ideas. O se es periodista o se es político.

¿Quién es?

El profesor doctor Carlos Alberto Di Franco tiene estudios en Derecho y es especialista en periodismo brasileño y comparado. Es doctor en Comunicación por la Universidad de Navarra y director del programa Estrategias Digitales para Empresas de Media (ISE). También es consultar de empresas informativas y miembro de consejos consultivos. Además de columnista de varios medios brasileños.

De Últimahora.com