Por: Alejandro Marco Aurelio Capcha Hidalgo
Periodista: Reg.-N°. -4654-
El mensaje presidencial a la nación que discursó la presidente, Dina Boluarte Zegarra fue, gris oscuro, evidentemente la mayoría de los peruanos no esperábamos con optimismo esta homilía. Aunque para el ejecutivo tal sermón estuvo pleno de optimismo e ideas para un Perú mejor y eso es positivo al menos soñar no cuesta nada. Una de las funciones de un jefe de estado es infundir esperanza a sus compatriotas, incluso en las peores circunstancias. Pero hay dos programas que vale la pena resaltar: el programa de empleabilidad para jóvenes y los proyectos de irrigación.
Los peruanos somos conscientes de alardear que somos uno de los peores sistemas educativos del mundo y esto es producto de un trabajo lento, pero cuadriculado de los enemigos de la meritocracia y profesionales al despilfarro de recursos públicos en consultorías y negocios oscuros.
La presidenta citó en su discurso, con acierto, los programas gratuitos y virtuales para desarrollar competencias laborales a los jóvenes. Este adiestramiento técnico es posible realizarlo en unos pocos meses y entonces debemos preguntarnos si no es acaso pertinente incorporar esos programas a la estructura curricular de la educación básica regular y a otras modalidades.
Con esta formación, miles de jóvenes egresarían de la educación secundaria en condiciones de incorporarse a la vida laboral, sin que eso signifique que no puedan optar por carreras universitarias o técnicas. Los jóvenes dejarían el colegio en condiciones de seguir estudios técnicos o superiores y, además, con habilidades y destrezas que les permitan autofinanciarse.
Esta capacitación puede adaptarse a la variedad social, cultural y geográfica de nuestro país. En algunas regiones los jóvenes podrían desempeñarse como técnicos en computación, diseño gráfico, electromecánica, y un vasto de carreras industriales alimentarias.
La formación técnica de nuestros jóvenes activará la economía de las regiones, será una valla contra el centralismo y disminuir la migración hacia Lima.
Sin embargo, las buenas intenciones se enfrentan a la resistencia de la costra purulenta enquistada en el sector educación. Contra ella no son suficientes el entusiasmo y las buenas intenciones de ministros y viceministros. Un dañino personaje como Pedro Castillo se encargó de asegurar que la putrefacción se infiltrara en el sector educación y se convierta en una traba.
Aplaudimos el compromiso del gobierno de continuar con los proyectos de Escuelas Bicentenario con los 596 millones de soles que han sido destinados al Cusco y Puno. Pero también es indispensable erradicar los focos de corrupción que hay en el Ministerio de Educación.
Las autoridades a cargo deben arrancar la costra purulenta que la izquierda y la ultraizquierda han cultivado durante décadas en el sector. Empecemos a ofrecer a nuestras niñas, niños y adolescentes algo más que fierro y cemento y mejoremos la calidad de la educación que reciben para que ellos, con su talento y esfuerzo, saquen adelante a sus familias y aporten al desarrollo del Perú.
En el discurso presidencial, por otra parte, también se mencionaron proyectos de irrigación por 3,000 millones de soles; obras en el sector salud por una cantidad similar; inversiones de más de 1,400 millones de soles en infraestructura vial en zonas deprimidas. Todo esto en beneficio de millones de peruanos.
Los anuncios nos entusiasman, pero no olvidemos los miles de millones de dólares despilfarrados por la ineficiente empresa estatal Petroperú gracias a un grupo de políticos y gobernantes de izquierda y ultraizquierda que algún día tendrán que responder por su responsabilidad ante el país. Esos recursos bien empleados podrían haber mejorado la salud y la educación de las personas más vulnerables en el Perú.
En resumen, los anuncios del gobierno lo saludamos, pero le recordamos también que, “El infierno está lleno de buenas intenciones” presidenta, Dina Boluarte Zegarra.