Ricardo Sánchez Serra
El concierto del afamado coro ruso Turetski y Soprano se desarrolló finalmente en el parque Municipal de Barranco. Fue grandioso y sensacional. Miles de personas vibraron ante un espectáculo poco visto en la capital, gracias a la comuna del prestigioso distrito de Barranco, conocido por sus eventos culturales y turísticos.
Atrás quedó la censura que pretendió hacer la Municipalidad de Lima al negar en último momento el Circuito Mágico del Agua del parque de la Reserva, presionado por la Embajada de Ucrania, en deleznable e inaceptable intervención de los asuntos internos y censurable la actitud intolerante del alcalde Miguel Romero Sotelo -señal de rusofobia-, quien cedió a dichas presiones para cancelar un evento netamente cultural, por la paz y amistad.
Ya se ha hecho costumbre de la Embajada de Ucrania de intervenir en asuntos internos. También pretendió presionar para que la Universidad de Cajamarca cancele la conferencia de un internacionalista ruso, acción que fracaso por la entereza de las autoridades universitarias, quienes no cedieron a las presiones y defendieron su autonomía.
La política no debe jamás censurar la cultura, la música une culturas y no las separa. El alcalde José Juan Rodríguez Cárdenas de la Municipalidad de Barranco -y su equipo, en especial su regidora María Luisa Cardoso-, dieron ejemplo de civismo, de amor y respeto a la cultura, de tolerancia, sacaron la cara por los peruanos amantes de la libertad y la música. Nuestro reconocimiento por tan valiente actitud.
La vergonzante censura a la cultura del alcalde Romero Sotelo nos hizo recordar similar actitud de uno de sus antecesores, el extinto alcalde Alfonso Barrantes Lingán, de Izquierda Unida, quien negó el teatro Municipal, nada menos que al francés Richard Clayderman, uno de los pianistas más exitosos a nivel mundial.
Estos episodios no deben ocurrir jamás, pues son muestras de incultura.