Por José Romero
Ha vuelto el APRA. Un año antes de cumplir el centenario de su fundación en México, vuelve a recobrar su inscripción en el Registro de Organizaciones Políticas.
No soy ni he sido aprista; tampoco antiaprista. Ello me da cierta distancia para reconocer que su existencia es una buena noticia en la lucha contra el comunismo.
El APRA fue siempre un muro contra éste y a lo largo de su historia lo demostró en las calles, en las plazas, en los sindicatos y universidades. Así lo concibió su fundador Víctor Raúl Haya de la Torre.
La vez pasada ya había comentado sobre el renacer de sentimiento, con bases ideológicas y doctrinarias y sobre todo historia. Queramos o no así es. Nos guste o no; con sus errores y aciertos.
Haya supo reinventar su propuesta inicial («El Antiimperialismo y el APRA») transformarla en «30 años de Aprismo». Su otro referente histórico, Alan García, supo reinvidicar su fracaso en el periodo 1985-1990 en un buen gobierno en 2006-2011. A lo largo de su historia el APRA supo manejar la coyuntura, conversar y también llegar a acuerdos. La Asamblea Constituyente de 1978-1979 es la mejor muestra de ellos.
Hoy en día el APRA sigue siendo «un partido», quizás uno de los pocos; quizás el único que tiene recursos con los cuales reinventarse. Siempre será un partido de «izquierda democrática» y para que esto sea deberá volver a discutir sus bases ideológicas y hacerlas «potables» para los ciudadanos del siglo XXI.
El esfuerzo coronado con su reinscripción es resultado del trabajo de sus bases, de jóvenes como Carla Garcia, Enrique Valderrama, Mónica Yaya y otros, de políticos cuajados como Jorge del Castillo, Nidia Vilchez, del gran polemista Mauricio Mulder, de Javier Velásquez y los ejemplos de grandes de la política como LAS, Prialé, Seoane y tantos otros.
Ser aprista era una herencia familiar. Siempre escuché decir «ten orgullo de tu gran partido». El aprismo se forjaba en los comités distritales, en los Coloquios en la Casa del Pueblo, en las persecuciones que dió origen a la frase «en el dolor hermanos». El APRA tuvo más de mil militantes que dieron su vida en la lucha contra el terrorismo. El APRA es la fraternidad expresada los 22 de febrero y la lealtad de sus líderes y partidarios asi como de los defensistas anónimos.
Hoy el APRA vuelve oficialmente pero se mantuvo aún en los momentos más difíciles. Sobrevivía en las actividades navideñas, en «las picadas» de la Casa del Pueblo, en lod debates congresales y también en recuerdo de los viejos apristas.
El dicho «el APRA NUNCA MUERE» pareciera cierto. Hoy regresa «el Partido del Pueblo», «el Frente de Trabajadores Manuales e Intelectuales». Quizás no sea aún su momento electoral. Tendrá que ser parte de un Frente Democrático de Reconstrucción Nacional que termine de liquidar política e ideológicamente al comunismo. Ese deberá ser su papel de cara a su Centenario como APRA y en el 2030 como Partido Aprista Peruano.
Ayer veía pintas («Haya vive») que reflejan el sentir de sus militantes quienes deben volver a leer a ese gigante pensador Haya de la Torre. Volver hacer política con P, con honestidad y moral como recordaba Mónica Yaya conversando con Chema Salcedo.
Tomado del Blog «El Oráculo de don Tribi» EL ORACULO DE DON TRIBI