¿El adiós de Alan Garcia?

Fue una semana verdaderamente feroz, llena de noticias desconcertantes y con un epílogo por demás increíble, con un colofón que desde ya quedó marcado indeleblemente en nuestra historia republicana. Fuimos testigos gracias a los medios de comunicación del inicio y final del drama que envolvió al expresidente Alan García. Asistimos vía enlace televisivo al trágico y sangriento final de quien fuera dos veces presidente del Perú. Escribo estas líneas bajo el entendimiento que para bien o mal García seguirá convocando sobre pasiones de todo tipo, desde lealtades que a simple lectura son difíciles de entender para un no aprista, hasta los señalamientos más furibundos en su contra.

Su decisión de eliminarse, como se confirma en la carta que escribió y firmó el exmandatario, anticipándose a la decisión judicial que ordenaría prisión preliminar en su contra, fue una decisión autónoma, íntima; “personalísima” ha dicho Carlos Roca, su antiguo compañero de partido, por eso, resulta por demás irresponsable culpar de esa decisión al Poder Judicial, al presidente Vizcarra, Ministerio Público, o a la prensa.

Como periodista de una cosa sí estoy muy seguro. La muerte de García no será su epílogo político, no asistiremos aún al final de su carrera política, pues aún falta conocer al detalle lo que se declarará en Brasil, el caso Lava Jato promete que sobre Alan García Pérez tendremos mucho que comentar aún.

Finalmente, el respeto y compasión por quien tomó la fatal decisión de suicidarse no puede tomarse como excusa para detener la lucha anticorrupción, ni las investigaciones o procesos a personajes del entorno del desaparecido expresidente, pues robarle al país desde el poder también es una forma de matar, cada día, a la nación y a sus ciudadanos.

José Briceño Abanto.