Ricardo Sánchez Serra
Acabo de leer con estupefacción la moción que ha presentado la congresista Yéssica Amuruz Dulanto para que el Congreso de la República declare “non grato” al embajador de Cuba, Carlos Rafael Zamora y a su esposa Maura Juanpérez, basada en notas periodísticas de un desertor de la inteligencia cubana de sus actividades en Bolivia y de un portal anticastrista que detalla su perfil.
Sigo de cerca las actividades de la simpática legisladora Amuruz -incluso conocí a su padre, recientemente fallecido- y me identifico con sus iniciativas, pero discrepo totalmente con su moción.
Como periodista especializado en temas diplomáticos e internacionales, he seguido de cerca las actividades del embajador Zamora -así como de otros embajadores- en el Perú. Es más, me considero una persona conservadora, que puedo cerrar los ojos o hacerme el sueco en una moción como esta, pero soy un periodista de valores y principios, y no podría ocultar la verdad o ser injusto.
El embajador Zamora no necesita que nadie lo excuse y puede defenderse solo de sus actividades en otros países y en el Perú. El odio que muchos tienen al régimen cubano, no puede ser pretexto para manchar honras y se ataque despiadadamente, en algunos medios, contra el diplomático y su esposa.
Leí, por ejemplo, que se reunió con el entonces ministro del Interior, Willy Huerta. Se especuló demasiado por esa visita, como vinculada a la Inteligencia o para dar consejos sobre Seguridad. Y la reunión fue sobre un tema migratorio, ajeno a todas las conjeturas.
Una congresista lo invita a Chimbote a una actividad. También hubo murmullos sin fundamentos.
Igualmente, se difundió una foto en donde estaba Zamora con la policía. “¿Qué hace ahí, dando órdenes a la PNP?”, preguntaron sus vituperadores. Para reírse. Al embajador cubano lo habían invitado a saludar al pabellón nacional que sostenía una escolta policial, en la ceremonia de homenaje al héroe de Cuba y del Perú, Leoncio Prado, en un parque de Miraflores.
Si desean seguir al embajador cubano, como a otros diplomáticos, que lo hagan, pero diciendo la verdad.
Los peruanos tenemos graves problemas internos. De protestas pacíficas han derivado a violentistas y no se puede achacar alegremente a embajadores extranjeros responsabilidad sobre ellas. Se necesitan pruebas, y que sean veraces.
La injerencia extranjera en los asuntos internos está siendo respondida. Se declaró “non grato” al embajador mexicano, no por él, sino por el cacareador de Manuel López Obrador. Además, se ha enviado oficios de protesta a otros países entrometidos.
Al exmandatario Evo Morales y otros secuaces se les prohibió el ingreso al Perú por comprobada sedición. Pero también escucho voces que piden se declare “non grato” al embajador de Bolivia, Carlos Aparicio Vedia, por las actividades de Evo. ¿Qué responsabilidad tiene el diplomático boliviano con las actividades del ahora un don nadie como Evo Morales, que no es funcionario del gobierno boliviano? Esto es macartismo.
Los diplomáticos extranjeros en el Perú están cumpliendo las normas de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas. Si su comportamiento es contrario, entonces debe probarse y la Cancillería sabrá actuar. Hay que ser razonables y no especular.
Por lo anterior, pediría pública y respetuosamente a la legisladora Amuruz que retire su Moción de Orden del Día N. 5230. De no hacerlo, esta debe ser rechazada por el Congreso de la República.