Por David Flores Garavito
Este miércoles, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), Presidente de la República, reconoció con hidalguía que pudo haber hecho más en su primer año de gobierno. Esta autocrítica sobre su rol al frente del Ejecutivo fue publicada en una entrevista en el diario La República. Allí afirmó que fueron dos los problemas externos que afectaron su gestión, el Fenómeno del Niño y el escándalo internacional de corrupción del caso Lava Jato (Odebrecht). Estos factores redujeron el crecimiento económico anual proyectado de cuatro o cuatro y medio por ciento, a sólo tres.
En el ámbito interno, el intento de encubrir el escándalo del “negociazo” del exasesor presidencial en salud Carlos Moreno, las tensas relaciones con el Congreso en la interpelación al exministro de Educación Jaime Saavedra, las turbulencias provocadas por la firma de la adenda del proyecto del aeropuerto internacional de Chinchero de Cusco que provocó la renuncia de Martín Vizcarra al Ministerio de Transportes y Comunicaciones y la grabación de la conversación entre el excontralor Édgar Alarcón y el exministro Alfredo Thorne; produjeron mucho ruido político y económico, con inmediatas repercusiones en sectores tan sensibles como salud y educación.
A este rosario de exabruptos políticos hay que sumarle uno de reciente data. A menos de 24 horas de las declaraciones de PPK, la ministra de Justicia cometió el desatino de despedir en vivo a la presidenta del Consejo de Defensa Jurídica del Estado, Julia Príncipe Trujillo y a la procuradora ad hoc, Katherine Ampuero, principales colaboradoras en la lucha contra la corrupción. Minutos después la propia Julia Príncipe desmintió a la ministra y dijo que ella la despidió. “Yo no he renunciado, Pérez Tello me separó del cargo porque no acepté destituir a la procuradora Katherine Ampuero”, precisó.
Los primeros desaciertos implicaron un desafortunado componente político, sin embargo el caso del sector Justicia el tema era de estricta gestión del recurso humano. No es el fondo del hecho, es la forma como se trató. En medio del circo romano ávido de sangre, en que se ha convertido la opinión pública no se pueden ventilar en los medios de comunicación asuntos que tienen que ver directamente con las personas y sus roles, a menos que la intención sea politizarlos. Tomar decisiones tiene un costo, muchas veces estas son impopulares pero necesarias y tienen que asumirse por un bien mayor. Al hacer gestión hay que equilibrar muchos factores, el económico o el político son importantes, sin embargo nada puede estar por encima del factor humano y este requiere un sentido de la oportunidad, tacto y sobre todo mucha comunicación.
Comunicar una decisión respeto al cambio de posición, recisión o finalización del contrato de un empleado o funcionario es un tema que no debe ser aplazado, pero si bien comunicado por los canales institucionales, no frente a miles de personas. Evitando así que un tema casero se convierta en show mediático.