Augusto Cauti B.
Consultor Internacional – Exviceministro de Minas
Las COPs -Conferencias de las Partes- son reuniones internacionales en las que países que son partes en el tratado ambiental “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” (CMNUCC) se congregan anualmente para discutir y evaluar acuerdos, compromisos y estrategias para abordar el cambio climático a nivel global, así como adoptar decisiones sobre su implementación. Por ejemplo, la COP21 fue crucial para el Acuerdo de París sobre el cambio climático, mientras que la COP 26 fue relevante en delinear compromisos para limitar el calentamiento global.
Días atrás en Dubai culminó la COP28 que reunió a representaciones públicas y privadas de alrededor de 200 países que forman parte de la CMNUCC. Esta vez el punto central ha estado vinculado con los combustibles fósiles y el llamamiento a poner fin a esta forma de producción de energía. Actualmente, los combustibles fósiles producen alrededor del 80% de la energía mundial, a su vez el planeta atraviesa una urgencia climática sin precedentes. Ya este año 2023, la temperatura global ha alcanzado 1,1°C en promedio por encima de los niveles preindustriales, lo que hace cada vez más difícil lograr mantener el calentamiento global por debajo del ansiado 1,5°C. Aspectos principales han sido tratados en esta COP en relación a acelerar la transición energética para reducir drásticamente las emisiones; mejorar la financiación climática, especialmente vía la movilización de recursos para el cumplimiento de objetivos de mitigación, adaptación y pérdidas y daños; enfocarse en la naturaleza, las personas, las vidas y los medios de subsistencia; neutralizar emisiones de gases de efecto invernadero al 2050 ; y, eliminar o abandonar los combustibles fósiles que constituyen la mayor fuente emisora de CO2.
A menudo, la actividad minera se discute en conferencias sobre cambio climático -como es la COP- en el contexto de sus impactos ambientales y su conexión con el cambio climático, especialmente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y el agotamiento de recursos naturales. Los debates se centran principalmente en lograr el equilibrio en la demanda de minerales necesarios para tecnologías verdes respecto de la necesidad de reducir la huella ambiental en la extracción minera (emisiones, deforestación y la degradación del suelo), así como en la transición hacia una minería más sostenible y responsable en la lucha global contra el cambio climático, incluyendo la necesidad de gestionar los impactos sociales y económicos de la minería en las comunidades locales. Pero no se discute mucho sobre la importancia de los minerales en tecnologías clave para la transición hacia una economía baja (cero) en carbono o el incremento de su producción a tales fines.
Dentro de este contexto, si bien se buscan impulsar esfuerzos globales que logren emisiones cero en los sistemas energéticos con medidas tales como usar combustibles bajos (o cero) en carbono, generar energías con recursos renovables no convencionales, o eliminar subsidios ineficientes a los combustibles fósiles que fomentan su consumo despilfarrador y no abordan aspectos como la pobreza energética; no resulta menos cierto que, para implementar acciones críticas como la generación de más energías renovables o el mayor uso de la electromovilidad, se requiere de una creciente producción de minerales que resultan fundamentales como el cobre, el litio, el níquel, entre otros. Sin una mayor oferta de estos metales por parte de la minería formal y responsable, será poco lo que el planeta pueda lograr en términos de los objetivos que persiguen las COPs.