Ricardo Sánchez Serra*
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Los grandes campeones de ajedrez son los rusos. Principiantes como Biden o algunos líderes occidentales, pretendieron en partidas simultáneas hacerle Mate Pastor al líder ruso Vladímir Putín.
Los anglosajones fueron muy cacareadores contra los rusos y fueron los agresivos en esa campaña mediática que desde noviembre se convirtieron en nigromantes, vaticinando una invasión rusa a Ucrania.
La campaña norteamericana y de la Alianza Atlántica de que los rusos son los malos y ellos los buenos, comenzó a dar frutos por el lavado cerebral tan salvaje y engañoso, también subliminal, que en verdad provocaban una invasión rusa y el inicio de la guerra.
Los rusos hacían maniobras militares frente a la frontera con Ucrania, en mi concepto para defender a dos regiones ucranianas pobladas de mayoría de origen ruso como Donetsk y Lugansk, de una masacre de los militares ucranianos. No hay que olvidar que en la zona desde el año 2014 hasta la actualidad murieron 14.000, en su gran mayoría civiles, por la brutalidad ucraniana.
La propaganda occidental mostraba a una “pobrecita” Ucrania, que iba a ser invadida, mientras se les enviaba toneladas de armas. ¿Quién podía creer que Kiev podría resistir una invasión rusa? La verdad que no duraba una semana.
Hoy podemos ver que esas armas no eran contra los rusos, sino para utilizarlos para aplastar a los separatistas prorrusos de esas dos provincias, incumpliendo una vez más los acuerdos internacionales de Minsk, que Ucrania jamás acató y que los consideraba desagradables y políticamente imposibles.
Dicho pacto estipulaba el alto el fuego inmediato y completo. Inicio de un diálogo sobre el autogobierno interino de las regiones de Donetsk y Lugansk, de conformidad con la legislación ucraniana, y reconocimiento de su estatus especial mediante una resolución del parlamento.
Asimismo, una reforma constitucional en Ucrania, incluida la descentralización, con mención específica de Donetsk y Lugansk, e indulto y amnistía para las personas involucradas en los combates, entre otros. ¿Tan difícil era ejecutar lo acordado?
Ucrania se burló del tratado internacional al no cumplirlo.
Hasta hace poco se presentaba como un peón de las naciones occidentales, la víctima, cuando en realidad era el alfil, el títere, el tonto útil, para desprestigiar a Rusia y provocarla.
Dentro de esa vorágine belicista de EE. UU. e Inglaterra, especialmente, y en medio de conversaciones al más alto nivel, Putin-Biden, Lavrov-Blinken, Rusia-OSCE y Rusia-OTAN, conversaciones entre el canciller alemán y el presidente francés con Putin, ya habían bajado los decibeles guerreristas, incluso con el anuncio ruso de dar término a los ejercicios militares ¿Qué sucedió?
Los militares ucranianos deliberada y premeditadamente agreden a la región de Donbáss, y que además de muerte y destrucción, causó la huida de miles de refugiados hacia Rusia. Este crimen ya era intolerable.
A Rusia no le dieron las seguridades que reclamaba y que eran justas, y por otra parte, tenía que evitar una masacre de los ucranianos a los separatistas prorrusos, por lo que no le quedó más remedio -para defenderlos- de reconocer a la República Popular de Donetsk y a la República Popular de Lugansk y firmar acuerdos de amistad y ayuda mutua.
EE. UU. y la OTAN habían armado este escenario para ver de rodillas a Putín, un tinglado humillante como el que le hicieron al Imperio Alemán en el Tratado de Versalles en 1920.
Pero Putín no era Muller y Johannes Bell, ni tampoco un presidente blandengue como Yeltsin. Putín les ganó el juego de ajedrez. Los occidentales querían ver a Rusia partida en tres, débil, que no levante cabeza como la otrora URSS y que quedara como una potencia que fue y que no volverá. A Rusia no le quisieron dar el sitial que le corresponde.
Ese pensamiento fracasado occidental se debe a que no conocen a Rusia, ni a su historia, ni a su gente. No la han estudiado. El alma rusa es indómita. Tienen el chip de la seguridad en la sangre, porque estuvieron a punto de desaparecer en varias etapas de su historia, como por Carlos XII de Suecia, la Horda de Oro mongola, el Imperio Otomano, la Mancomunidad de Polonia-Lituania, la Francia de Napoleón, la Alemania de Hitler, en todas las épocas sobrevivieron, e incluso salvaron a Europa de Napoleón y de los nazis. ¡Vaya agradecimiento!
Ahora se viene una época de sanciones a Rusia, predecible en verdad, porque eso es lo que querían. EE. UU. se salió con la suya de vender el gas más caro a Europa y Ucrania será su satélite por la gran deuda económica. Provocarán insensatamente el alejamiento de la europea Rusia, acercándola más a China, fortificando ese bloque. Nace un nuevo mapa geopolítico.
Y si a la OTAN se le ocurre, en represalia, incluir a Ucrania en su seno, ya es un casus belli, Europa será la más perjudicada y la humanidad estará en peligro porque no será solo una guerra convencional, sino también nuclear.
Dios nos agarre confesados.
*Analista en temas internacionales. Vicepresidente de la Federación de Periodistas del Perú