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Leah Soibel*
La región del Medio Oriente lleva décadas ocupando noticieros y titulares y no siempre por los buenos motivos, el conflicto domina el área y por eso cabe preguntarse y especular sobre qué deparará el año que viene.
Las guerras que puntean esta zona del mundo y la han estado afectando tan negativamente durante 2021 no parece que vayan a desaparecer en 2022.
Uno de los problemas principales es la participación de actores externos en diferentes guerras civiles. Por ejemplo, en Siria, donde Rusia, Turquía e Irán son protagonistas y beneficiarios del conflicto y todo apunta a que habrán de pasar muchos años hasta que Siria haga la transición hacia un país más estable, inclusivo y desmilitarizado. Irán también parece ser parte activa en Yemen, donde nada indica que las partes enfrentadas vayan a llegar a un acuerdo tampoco en el año entrante.
Otros países que habían llegado a una situación de relativa calma post guerra civil, como el Líbano, corren el riesgo de volver a la confrontación interna. Tras la explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020 por un arsenal de la milicia proiraní Hezbolá el malestar político y crisis económica solo se han acentuado y todo indica que se intensificarán. De nuevo la participación de Irán lo señala como el elemento desestabilizador de la región por excelencia.
Y es que la República islámica de Irán parece que tiene más interés en intervenir en guerras civiles ajenas y azuzar las llamas a su favor, en lugar de promover el fin de los conflictos.
Irán seguirá siendo protagonista
En 2021 los extremistas retomaron el gobierno en Teherán y el líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, y la Guardia Revolucionaria ayudaron a la victoria de Ebrahim Raisi, apodado “el carnicero de Teherán” por haber masacrado a miles de iraníes de la oposición. Por cierto, aquellas elecciones tuvieron el menor índice de participación desde que se estableció el régimen islámico autocrático en 1979.
Mientras, el país se hunde en la crisis económica cuya única salida está ligada al levantamiento de las sanciones económicas lo cual está unido a su vez a las conversaciones sobre el pacto nuclear en Viena, que están estancadas principalmente por el ayatola Khamenei. Así, el descontento popular visto en 2021 y las huelgas pueden resugerir en 2022 señalando que incluso el ayatola y su entorno no tienen tiempo infinito para aliviar las dificultades por las que pasa el país.
Israel y nuevas alianzas
En Israel la temperatura política ha cambiado con el nuevo gobierno de Naftali Bennett y Yair Lapid, tanto en el ámbito interno como en el externo, con las nuevas alianzas con varios países árabes, como Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Bahréin y Sudán.
Esto sugiere que 2022 verá un crecimiento en la cooperación entre estas naciones. Las colaboraciones entre los firmantes de los Acuerdos de Abraham han sido ya fructíferas en 2021, especialmente en las áreas de seguridad digital, transferencia de tecnología y defensa. Y todos los aliados esperan que esto solo vaya a más y a mejor.
Este tipo de nuevas alianzas está creando un frente de intereses comunes contra los fundamentalismos que siguen atenazando la región e impidiendo el progreso. El deseo de que esta tendencia aliancista continúe en 2022 posiblemente sea más que solo una aspiración.
* CEO de Fuente Latina.