Un estudio de la Universidad Ben-Gurion del Negev identificó que la obesidad afecta negativamente la salud del sistema nervioso central y hallaron que una dieta verde tiene un impacto beneficioso que contrarresta el deterioro cognitivo. Este régimen de alimentación consiste en el consumo de grasas saludables como el aceite de oliva, frutos secos, y limita el consumo de productos animales.
“Las intervenciones en el estilo de vida que promueven la pérdida de peso pueden tener un impacto beneficioso en la trayectoria de envejecimiento del cerebro que se observa con la obesidad. Los próximos pasos incluirán averiguar si la desaceleración del envejecimiento cerebral provocado por la obesidad da como resultado mejores resultados clínicos para los pacientes”, señalaron los autores.
Además, el estudio muestra una estrategia potencial para evaluar el éxito de los cambios en el estilo de vida sobre la salud del cerebro. Con las tasas globales de obesidad en aumento, la identificación de intervenciones que tengan un impacto positivo en la salud del cerebro podría tener importantes impactos clínicos, educativos y sociales.
“La obesidad está relacionada con un envejecimiento del cerebro más rápido de lo que normalmente se esperaría”. Los investigadores lograron capturar este proceso calculando la “edad cerebral” de una persona, mediante escaneos cerebrales detallados, y determinaron que ésta es independiente de la edad cronológica.
Los detalles del estudio
Los investigadores estudiaron a 102 personas que cumplían con los criterios clínicos de obesidad. Los participantes fueron sometidos a un escáner cerebral al principio. Posteriormente, se les realizaron más pruebas y mediciones en otros momentos para captar otros procesos biológicos afectados por la obesidad, como la salud del hígado.
Por otro lado, utilizaron los escáneres cerebrales tomados al principio y al final del estudio para examinar el impacto de la intervención en el estilo de vida en la trayectoria del envejecimiento. Los resultados revelaron que una reducción en el peso corporal del 1% llevó a que la edad cerebral de los participantes fuera casi nueve meses más joven que la edad cerebral esperada después de 18 meses.