Como explicar la violencia vivida en Casma; como tratar de entender el porqué de la corrupción entre sus autoridades; cómo hacer para no cerrar los ojos ante los asesinatos; para no escuchar los petardos de dinamita detonados en las puertas de las casas de los extorsionados, o de quienes critican la corrupción.
Vayamos desde el inicio. Entre Lima y Casma solo hay 362 kilómetros de distancia, técnicamente no está muy lejos de la ciudad capital, pero entre la violencia producto de la inseguridad ciudadana en la ciudad de los reyes, y la vivida en la ¨Ciudad del eterno sol¨ las distancias son abismales. Lima es una gigantesca metrópoli, y Casma es una pequeña ciudad que tan solo demanda 15 minutos para recorrerla de un extremo a otro. Allá la violencia está concentrada en un pequeño espacio territorial, el porcentaje per cápita es por demás mucho más alto que en Lima.
El génesis de todo lo acontecido parece ser el boom de la agro exportación y el dinero producto de esta, la bendición de sus tierras de cultivo y la producción de mangos, espárragos y paprika no solo trajo dinero, también violencia y muerte. Hace unos cuatro años atrás la primera campanada de alerta fue el incremento exponencial de robos menores. Hurto de celulares, robo de moto taxis, y asaltos a mano armada no fueron objetivizados por las autoridades de la provincia como el preámbulo antes de la tormenta; todo lo contrario, cerraron los ojos ante lo que comenzaba a suceder.
La lista de asesinados es dramáticamente amplia. Al alcalde se suman una abogada y un fiscal; un periodista casmeño, y varios dirigentes comunales. Organizaciones criminales tenían bajo chantaje a gran parte de la población local, esto sin que la policía y el ministerio público ¨lo sepan¨. El INC. Casma propiciaba la invasión de terrenos mediante la falsificación de planos, y ¨Tortugas¨ el principal balneario y puerto casmeño era usado como embarcadero de droga.
El drama de la población de ¨La ciudad del eterno sol¨ aún continúa, ellos recién se animan a contar sus historias, las que por temor no se atrevían a hacer públicas; y nosotros las recogimos para ofrecérselas. Así empezamos este relato.