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El derrumbe en la mina San José dejó a 33 mineros a 720 metros de profundidad durante 69 largos días. La mina, ubicada en Caldera, Chile, era explotada por la compañía San Esteban Primera S.A. Horas después del accidente, se intentó un primer rescate a través de la chimenea de ventilación, mientras los mineros trataban de escapar por la escalera de emergencia, que resultó estar incompleta.
Tiempo después, los familiares llegaron al lugar, formando el Campamento Esperanza, que alcanzó los 3 mil habitantes. Un segundo derrumbe, el 7 de agosto, bloqueó la salida por el tubo de ventilación, dejando a los mineros completamente aislados.
El gobierno del entonces presidente , Sebastián Piñera consideró suspender el rescate, pero la presión de los familiares llevó a un nuevo intento bajo la dirección del ingeniero André Sougarret y el ministro de Minería Laurence Golborne, usando maquinaria pesada.
Tras 17 días de búsqueda, el 22 de agosto los mineros fueron encontrados. El presidente Piñera mostró la nota escrita por el minero José Ojeda: «Estamos bien en el refugio los 33». Durante su encierro, los mineros se organizaron para racionar la comida, potabilizar agua y mantener la solidaridad, lo que les ayudó a preservar el optimismo y la convivencia.
El operativo de rescate, denominado Plan San Lorenzo en homenaje al santo patrono de los mineros, consistió en tres maniobras simultáneas (estrategias A, B y C), cada una con equipos de perforación. La perforadora Schramm T-130 de la compañía estadounidense Geotec, parte del Plan B, inició sus labores el 3 de septiembre, con la meta de alcanzar un taller próximo al refugio, situado a 620 metros de profundidad. Avanzando a razón de 20 metros diarios, llegó a su objetivo el 9 de octubre a las 8:05 horas, convirtiéndose en la vía de rescate.
Con apoyo de la NASA, se creó la cápsula Fénix 2 para rescatar a los mineros. El 12 de octubre, Manuel González, el primer rescatista, descendió. El protocolo, basado en técnicas de submarinos, organizó la salida: primero los más fuertes físicamente, luego los más vulnerables y, al final, los de mayor resistencia mental.
Mientras estuvieron atrapados en la mina San José, los mineros recibieron promesas de pensiones vitalicias y viajes con sus familias a exclusivos complejos turísticos. Sin embargo, al ser rescatados, esas promesas quedaron en el olvido. Además, se publicaron libros y se realizaron documentales y películas sobre su tragedia, sin que ellos obtuvieran ningún beneficio.
Muchos de ellos se quedaron sin trabajo porque ninguna otra empresa minera quiso tampoco contratarlos por temor a que promovieran exigencias en la seguridad.
Recién en septiembre de 2023, casi 13 años después del rescate, 31 de los 33 mineros rescatados le ganaron un juicio contra el Estado chileno, que fue condenado a pagarles 46.000 dólares a cada uno.