La noche del 5 de junio, agentes de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (DIVIAC) capturaron en Comas a Raúl Enrique Prado Ravines, excomandante de la Policía Nacional del Perú, acusado de liderar el Escuadrón de la Muerte, un grupo que operó entre 2012 y 2015 realizando ejecuciones extrajudiciales en falsos operativos policiales.
Prado Ravines, quien se encontraba prófugo desde 2019, tenía una sentencia de 35 años de prisión por homicidio calificado. Su captura se logró tras un seguimiento de inteligencia, y el Ministerio del Interior había incluido su nombre en el Programa de Recompensas, ofreciendo hasta S/ 100 mil por información que permitiera su ubicación.
Según la Fiscalía, el grupo liderado por Prado Ravines reclutaba presuntos delincuentes bajo engaños, les ofrecía participar en falsos asaltos y luego los emboscaba para asesinarlos. Posteriormente, montaban escenas que simulaban enfrentamientos armados, en los que los agentes salían ilesos y los reclutados resultaban muertos.
Uno de los casos más emblemáticos ocurrió el 29 de junio de 2015, en la autopista Ramiro Prialé, donde cinco personas fueron abatidas, entre ellas un vendedor de cometas que fue alcanzado por una bala perdida. La Fiscalía sostiene que en dicha intervención se utilizaron francotiradores y que se trató de una emboscada planificada.
La sentencia contra Prado Ravines también comprende a otros ex oficiales como Carlos Llanto Ponce y Williams Castaño Martínez, procesados por casos similares. En total, 61 personas fueron acusadas, 56 de ellas policías, y el Poder Judicial ordenó el pago de S/ 400 mil por concepto de reparación civil a los familiares de las víctimas.
El caso del Escuadrón de la Muerte expuso una red criminal dentro de la PNP que operó con respaldo de mandos superiores. Las ejecuciones extrajudiciales eran presentadas como logros del trabajo policial, lo que generaba una narrativa pública distorsionada.