Canciller peruano en foro CELAC: «Todos o casi todos padecen de algún grado de desnutrición integracionista»

MENSAJE DEL SEÑOR MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DEL PERÚ, DOCTOR JAVIER GONZÁLEZ-OLAECHEA FRANCO, CON OCASIÓN DE LA VIII CUMBRE DE JEFAS Y JEFES DE ESTADO Y DE GOBIERNO DE LA CELAC Kingstown, San Vicente y las Granadinas, 1 de marzo de 2024 Sandals Resort

Señor primer ministro de San Vicente y las Granadinas, señor Ralph Gonsalves,

Señoras y señores jefes de Estado y de Gobierno y jefes de Delegación,

Señor secretario general de las Naciones Unidas, señor Antonio Guterres

Delegaciones todas

Reciban el más cordial saludo de la presidente constitucional de mi país, señora Dina Boluarte Zegarra, así como el mío.

  1. Felicito al gobierno y al pueblo de San Vicente y las Granadinas por su hospitalidad y por el gran trabajo bajo su Presidencia Pro Témpore de la CELAC.
  • Muchas gracias querido Ralph; has sido justo y oportuno recordando la herencia de la esclavitud de nuestros indígenas y poblaciones afrodescendientes que desnaturalizó su condición de personas libres.
  • Sin embargo, siendo que nuestras tierras albergan cientos de pueblos ancestrales y afrodescendientes, me veo obligado a recordar que de las 24 ratificaciones del Convenio N. 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, sólo 15 provienen de nuestros Estados.

Estamos en deuda con nuestros Apus.

  • Dadas nuestras carencias, así como nuestras grandes oportunidades, los peruanos no deseamos más ser notarios de la realidad; podemos y debemos ser agentes de los cambios que le den mayor vida a valores que en este importante foro proclamamos.
  • La realidad internacional nos enfrenta a nuevas guerras que debemos rechazar por cuanto contravienen abiertamente la Carta de San Francisco. Al respecto, las declaraciones puntuales resultan indispensables para sindicar los horrores de la guerra y la desnaturalización de todo derecho humano.
  • Aclarada esta imperiosa condena, tal vez no deberíamos gastar tanta tinta en declaraciones no vinculantes cuando resultan repetitivas por cuanto parecen carecer de ergonomía política y suelen ofrecer escasos resultados.
  • Si sumáramos todas las declaraciones no vinculantes suscritas desde nuestras respectivas independencias, seguramente forraríamos con holgura de papel a toda Machu Picchu.
  • Abrigando la hermandad de nuestros pueblos, hemos sido generosamente evocativos. Por tal virtud, los 33 Estados aquí reunidos deberíamos practicar un diálogo de líderes más reflexivo evitando llegar a nuestras citas con textos tan extensos como repetitivos.
  • Preguntémonos: ¿hasta dónde hemos orillado nuestros barcos plenos de soldados de papel?  

Y ni qué decir de nuestros representados que podrían apreciar que muchas de nuestras promesas, tardan en llegar o, nunca llegan.

  1. Es hora de adoptar acuerdos resolutivos que nos enrumben efectivamente al desarrollo en libertad. Todos somos CELAC, pero, seamos más CELAC. Por cierto, todos somos Naciones Unidas, pero seamos más Naciones Unidas.
  1. Así, los foros políticos también deben servirnos para profundizar sobre las causas objetivas de nuestras brechas institucionales, económicas y sociales a los efectos de disminuir nuestras diferencias refiriéndonos a los mismos contenidos cuando usamos los mismos términos.
  1. Lo antedicho no menoscaba de modo alguno los valores que siempre evocamos y que hemos tenido a bien llamar en la CELAC: la “Unidad dentro de la Diversidad”.
  1. Ahora bien, ¿qué puede aquejarnos tanto cada vez que nos escuchamos?

Un sabio proverbio sufi nos dice: “Encuentra la respuesta, en el origen de la pregunta”

  1. Posiblemente seamos la región en la que cada uno de nuestros países participa en más procesos de integración y/o de cooperación, acaso, no menos de ocho, lo que puede parecerse a un matrimonio poligámico con voluntad integracionista que, por tantos hijos que hemos dado a luz, cabe preguntarnos si hemos sido capaces de procurar su sólido crecimiento.

Me temo que posiblemente no; todos o casi todos padecen de algún grado de desnutrición integracionista.

Ilustres,

  1. Asistimos a la transición de una era de cambios a un cambio de era, la naciente Era Disruptiva, producto de la conjunción de la inteligencia artificial, las nuevas formas de comunicación y la bioingeniería, especialmente.
  1. Los desafíos actuales y futuros de esta transición dejan ingentes millones de desempleados por doquier y la educación y la formación que ofrecemos está largamente disociada de los mercados presentes y futuros.
  1. Si dudamos, basta con preguntarle a cualquier trabajador de 55 años qué le sucede tras perder su empleo. Si encuentra uno nuevo, raramente será en las mismas condiciones.

Frecuentemente su condición económica y social se degrada, con el tiempo engrosa los nuevos bolsones sociales; los neo excluidos y los neo analfabetos y padecen inevitablemente de bulling o acoso laboral y social. Al final, casi todos terminan desamparados.

  1. Todos sabemos que sólo la educación y la formación de calidad nos hace libres y para que alumbremos esta segunda gesta libertadora estamos obligados, de una vez por todas, a aligerarnos de declaraciones diplomáticas y convertirnos en agentes de cambio y no ser más piezas de recambio por cuanto la nueva realidad disruptiva, cual darwinismo social, fomenta exponencialmente el viejo paradigma de hacer más con menos; con menos insumos, con menos personas, con menos empleos, con menos salarios, con menos dignidad.
  1. De una u otra forma, todos reconocemos que para acabar con la pobreza y con la pobreza extrema es indispensable promover las inversiones sostenibles, el comercio, el emprendimiento y la cooperación.
  • Recordemos que no somos la única especie capaz de cooperar. Las hormigas y las abejas también cooperan, pero carecen de conciencia mientras que nosotros, teniendo conciencia, también somos capaces de cooperar para hacer el bien o para hacer el mal.
  • Sólo es posible y aceptable el mundo pacífico que queremos construir si rechazamos de forma militante todos los métodos y fines del terrorismo, la delincuencia organizada transnacional -que por cierto goza de buena salud y complicidad al interior de nuestras fronteras-  si mutilamos al pulpo corruptor, si hacemos prevalecer la resolución pacífica de los conflictos mediante el diálogo resolutivo, si rechazamos sin trabalenguas el involucramiento de niños, de  mujeres y de  adultos mayores en los conflictos armados  y condenamos el drama de millones  de personas sometidas a  migraciones forzadas sin la protección efectiva de sus derechos.
  • Repetimos que somos una región en donde prima la paz, y parece cierto en la medida en que no existen casi conflictos de naturaleza limítrofe. Sin embargo, recordemos que la paz no es la ausencia de la guerra.
  • Siendo que la gran mayoría de nuestros pueblos es creyente y aun en la pluralidad de la fe, recordemos lo que las sagradas escrituras nos dicen de la paz:

“Esfuércense por mantener la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz” y prosigue

“El Espíritu los ha unido con un vínculo de paz. Hagan todo lo posible por conservar esa unidad, permitiendo que la paz los mantenga unidos (Efesios 4:3)

  • La inseguridad alimentaria, qué duda cabe, nos interpela a quienes ejercemos una cuota de poder y horada nuestras conciencias a punto de preguntarnos ¿cómo es que habitando un continente inmensamente rico millones de americanos aún padecen de hambre?

Muchos albergamos fundadas dudas cuando afirmamos que trabajamos para erradicar pronto el hambre cuando optamos por armarnos en vez de alimentarnos.

  • Así, preguntémonos si hacemos lo suficiente para que nuestras poblaciones menos favorecidas tengan paz en sus estómagos, y sí nos reconocemos moralmente corresponsables de su postración como dirigentes que, para las grandes mayorías, solemos declarar mucho y resolver poco.
  • Sin pretender sindicar a nadie, recordemos que, si no revertimos la fatigosa tendencia declarativa, “los coronials”, los niños nacidos en y después de la pandemia, nos señalarán como los padres que no supimos legarles un mundo mejor porque optamos por convivir con todas las lacras sociales, rendirnos o vivir de ellas como denunciaba en sus reflexiones el gran Gabo, un inmortal, que surcó con la profundidad de su pluma nuestra inocultable realidad.
  • Respecto a los responsables de la contaminación no faltamos a la verdad afirmando que pagamos injustamente las consecuencias que otros generan.
  • Finalmente, me place evocar a la autora del himno de este bello rincón de nuestra América que nos acoge, Phillis Joice McClean Punnett.

Repito con ella: “que con corazones alegres te prometemos nuestra lealtad, amor y voto para mantenerte siempre libre” concluyendo, por ende, que jamás será ocioso recordar que la igualdad de los Estados pierde su densidad soberana si retaceamos la libertad de nuestros pueblos.

 Ilustres, hermanos, por su atenta atención, ¡muchas gracias!