En medio de una desordenada campaña estatal de vacunaciones, muchos brasileños adinerados buscan caminos alternativos para la vacuna, actitud muy cuestionada por algunos expertos en salud pública y que genera un debate en las redes sociales, editoriales y programas periodísticos. Unos 5,2 millones de personas ya recibieron la primera dosis de la vacuna y menos de 250.000 la segunda en el segundo país del mundo más enlutado por el coronavirus, con 239.773 muertos por covid-19.
En Brasil circularon versiones de gente que se salteaba la cola, con la particularidad de que a veces lo hacen abiertamente, mediante métodos aprobados por el gobierno, según Roberto DaMatta, profesor emérito de antropología de la Universidad de Nuestra Señora.
A pesar de que el gigante sudamericano ha logrado vacunar al doble de personas que Francia, por ejemplo, que comenzó a inyectar mucho antes, los expertos estiman que Brasil podría estar inmunizando a su población más rápido, dada su experiencia. A falta de orientaciones claras del gobierno de Jair Bolsonaro, los estados y ciudades se vieron librados a su suerte, enfrentando muchos contratiempos, fraudes e incluso la suspensión de la vacunación como ocurrió en Río de Janeiro o Salvador, a falta de dosis del inmunizante.
La falta de planificación del gobierno y las tensiones diplomáticas derivadas de polémicas declaraciones del presidente ultraderechista (en particular sobre China) le valieron a Brasil una serie de penurias para importar las primeras dosis y los insumos necesarios para fabricarlas localmente. Hasta la fecha, el regulador sanitario Anvisa solo ha autorizado el uso de emergencia de dos vacunas, la china CoronaVac y la británica AstraZeneca.
A.M.G.A