El volante del ‘Rojo Matador’ debutó con este club en el 2015. Aquí los detalles de cómo su técnica lo llevó lejos de su natal Ica, lo que vivió en Copa Perú y en qué etapa de su carrera está para afrontar su sexta Copa Sudamericana.
Cuando Marcos Lliuya tiene la pelota en el pie, el festival está asegurado. Es una cuestión de herencia: desde niño creció escuchando las historias del equipo José Carlos Mariátegui, un cuadro que no solo jugaba por los tres puntos cada fecha, sino por el honor del apellido familiar. Las primeras paredes del ‘10’ de Sport Huancayo, quien fue clave en la clasificación a la etapa de grupos de la Sudamericana 2021, las hizo con sus primos, con sus tíos, con su sangre. Así nació su cariño por el balón en Chincha.
Con solo 11 años, Marcos sabía que lo suyo eran los deportes. Pero lo que no imaginó es que en aquel 2003 iba tenía que tomar una decisión que iba a marcar su vida. Un viejo amigo de su padre los invitó a Lima para que el volante del ‘Rojo Matador’ tenga una prueba en una academia. “Fue muy difícil el primer año. A los tres meses ya quería regresarme”, recuerda Lliuya, quien ahora ve ese tiempo como el principio de todo.
Copa Perú, una etapa que jamás olvida
Marcos Lliuya estaba concentrado en ser futbolista profesional. Tras convencer a sus padres de arrancar su preparación en Lima, se quedó cuatro años para luego regresar a Chincha y tener sus primeros partidos con los ‘grandes’. “Me llevaban de a pocos. Mi papá era el entrenador y como premio me dejaba jugar los domingos. Me daba 20 o 30 minutos. Y poco a poco me iba soltando”, comenta.
Esto fue de gran ayuda también para el equipo de su padre, no solo porque tenía a un integrante más de la familia, sino porque logró ocupar el puesto de ‘10’ que tanto necesitaban para la Copa Perú. Si bien era algo que le gustaba, Marcos no debía descuidar los estudios, pues sabía que en casa no le permitirían continuar si descuidaba el colegio. Los meses pasaron y su buen juego fue analizado por otras instituciones de Ica.
“Empecé a jugar en el equipo de la familia, que disputaba la liga Distrital, y luego iba reforzando las etapas. Después me iba a jugar a otras ciudades para reforzar a otros clubes, como el Santos, Sport Victoria, que son de Ica”, explica Lliuya con gran cariño, pues cada una de estas vivencias le permitió formar al jugador que es hoy, el mismo que llamó la atención de Wilmer Valencia hace seis años.
D.J.B.Q.