AYACUCHO: ¿QUIÉNES SON LOS MOROCHUCOS Y CÓMO DESTACARON EN LA HISTORIA PERUANA?

Los morochucos son emblemáticos jinetes ayacuchanos, protagonistas de memorables episodios de la gesta independentista y de la Guerra del Pacífico.

Junto a los héroes consagrados por la historia del Perú existen compatriotas cuya valentía y coraje fueron decisivos en célebres batallas. Nos referimos a los morochucos, emblemáticos jinetes ayacuchanos protagonistas de memorables episodios de la gesta independentista y de la Guerra del Pacífico.

Estos singulares personajes están íntimamente ligados al folclor ayacuchano y destacan por su valentía, fortaleza y gran habilidad como jinetes, cuyo origen se remonta al siglo XVI.

Orígenes

Según una tradición popular, los morochucos surgieron de la caballería que comandaba Diego de Almagro “El mozo”, hijo del conquistador español del mismo nombre que se rebeló contra el primer virrey del Perú, Blasco Núñez Vela, a quien venció y condenó a muerte. 

Tras la muerte del virrey, llegó al Perú el visitador Cristóbal Vaca de Castro quien enfrentó y venció a Diego de Almagro El Mozo en la batalla de Chupas, una llanura cercana a la ciudad de Huamanga.

Derrotados y temerosos de ser juzgados y condenados como traidores al rey, los jinetes fugaron hacia el sur de Chupas, llegando a Pampa Cangallo, en el actual distrito de Los Morochucos, provincia de Cangallo, donde se establecieron y mezclaron con la población indígena de la zona, dando origen a jinetes mestizos que empezaron a hablar quechua y castellano, dedicados principalmente a la ganadería.

Vestimenta

Los morochucos se distinguen por su vestimenta que se adapta al frío de los Andes. Portan sombreros de ala ancha plana, debajo del cual llevan un chullo o gorra tejida con lana llamada “chuco” y de varios colores o “muru” en quechua. De la unión de ambos vocablos procede la palabra compuesta “morochuco”.

Los morochucos llevan en el torso un chaleco de color negro o gris sobre el que se colocan un poncho que ayuda a soportar el frío altoandino. Estos jinetes llevan una faja alrededor de la cintura y botas altas con espuelas estrelladas. La indumentaria se completa con una bufanda blanca de confeccionada con alpaca.

En la mano llevan un látigo llamado “cocobolo”, cuyo mango está hecho de tiras de cuero de res y en la parte superior lleva un pedazo de plomo cubierto con cuero de vaca. 

Protagonismo histórico

Los morochucos han desempeñado un rol decisivo en importantes episodios de la historia peruana, como la gesta independentista, donde destacó su emblemático líder Basilio Auqui Huaytalla.

Basilio Auqui fue un arriero de Cangallo quien en 1814 simpatizó con la rebelión independentista de los hermanos Angulo en el Cusco. Junto a sus paisanos ayacuchanos se unió a las fuerzas de Mariano Angulo y combatió en las batallas de Huanta y Matará, ocurridas en enero de 1814 y que fueron sofocadas por el virrey Fernando de Abascal.

Con el arribo de la Expedición Libertadora del general José de San Martín en 1820, Basilio Auqui acudió al llamado del coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales, quien había sido enviado a la ciudad de Huamanga para formar guerrillas que hostiguen a las fuerzas realistas. 

Se alistaron a órdenes del coronel ayacuchano Francisco Mavila junto a Pedro Miota, quienes formaron el batallón de Infantería “Ayacucho” y el de caballería con los morochucos. El llamamiento fue cubierto con un gran número de jóvenes voluntarios que se hicieron presentes montando sus caballos y portando lanzas.

Los morochucos en la actualidad

En la actualidad, los morochucos como excelentes vaqueros usan sus caballos para rodear, guiar al ganado y domar caballos salvajes. Participan de carreras de caballos y rodeos, así como de corridas de toros. 

El 8 de febrero de 1822, los morochucos comandados por Auqui derrotaron a los realistas en la batalla de Sachabamba. Meses después, Auqui y sus jinetes fueron sorprendidos por un regimiento de 200 realistas cuando se encontraba en la hacienda Cabrapata. Sin poder oponer resistencia, los Auqui fueron hechos prisioneros y se les condujo al cuartel de Santa Catalina en la ciudad de Huamanga. Tras un juicio sumario, Basilio Auqui fue fusilado a fines de febrero de 1822 en la localidad ayacuchana de Carmen Alto, en la provincia de Huamanga. Sus últimas palabras fueron “Sí, valió la pena. ¡Adiós libertad!, ¡Adiós amado Perú!, ¡Adiós Cangallo querido!