Ricardo Sánchez Serra
El reciente asilo otorgado por Brasil a Nadine Heredia, ex primera dama del Perú y esposa del expresidente Ollanta Humala, ha generado un intenso debate en el ámbito político y jurídico. Humala, actualmente confinado en prisión por delitos de corrupción y lavado de activos, enfrenta un proceso judicial que también involucra a su esposa. Sin embargo, la decisión de Brasil de concederle asilo político ha puesto en el centro de la discusión la interpretación de las normas internacionales y la tradición diplomática.
El asilo y la controversia moral
En el Perú, es ampliamente conocido que durante la gestión del presidente Ollanta Humala, Nadine Heredia ejerció una influencia significativa, al punto de ser percibida como una figura de poder absoluto. Este contexto hace que su decisión de abandonar el país tras recibir asilo resulte controversial desde una perspectiva moral. Mientras su esposo permanece en prisión enfrentando las consecuencias de sus actos, ella vivirá en condiciones de confort en otro país. Este contraste ha generado cuestionamientos sobre su conciencia y responsabilidad frente a la situación de su pareja.
La importancia de preservar las relaciones con Brasil
A pesar de las críticas, es fundamental no permitir que este caso afecte las relaciones diplomáticas entre Perú y Brasil. Brasil, a través de su prestigiosa Cancillería, Itamaraty, ha ejercido su derecho soberano al otorgar el asilo, una decisión que debe ser respetada. Más allá de las diferencias, este episodio debe servir como un recordatorio de la necesidad de fortalecer los lazos de cooperación e integración entre ambos países. Tanto el embajador brasileño en Lima, Clemente Baena Soares, como el canciller peruano, Elmer Schialer, han trabajado incansablemente para promover una relación bilateral sólida y constructiva. Este esfuerzo no debe ser empañado por un caso que es estrictamente diplomático.
La respuesta del Gobierno peruano
El Gobierno del Perú actuó con rapidez y diligencia al otorgar los salvoconductos necesarios para que Nadine Heredia y su hijo pudieran salir del país. Cualquier demora habría sido absurda y contraproducente, generando tensiones innecesarias con un país amigo. Torre Tagle, la Cancillería peruana, manejó el caso con inteligencia y profesionalismo, evitando politizar un asunto que es eminentemente diplomático. Además, es importante recordar que la sentencia contra Heredia es de primera instancia, lo que significa que, en caso de confirmarse un fallo definitivo, el Perú podrá solicitar su extradición conforme a los procedimientos legales establecidos.
Las críticas del Congreso peruano
A pesar de la actuación diligente del Gobierno, el Congreso peruano ha levantado voces críticas contra el canciller Elmer Schialer, cuestionando lo que llaman un «salvoconducto express». Algunos legisladores buscan interpelar y censurar al canciller, argumentando que la rapidez con la que se otorgaron los salvoconductos refleja una falta de firmeza frente a Brasil. Sin embargo, estas críticas son motivadas por intereses políticos que por un verdadero entendimiento del derecho internacional. Estos parlamentarios, al desconocer los principios básicos de la diplomacia, corren el riesgo de desprestigiarse más y de generar tensiones innecesarias en un caso que ya ha sido resuelto conforme a las normas establecidas.
La ideologización de la política exterior
Es importante destacar que la Cancillería peruana, en este caso, evitó caer en la ideologización de la política exterior, un problema que históricamente hemos criticado por ser dañino para los intereses del Perú. La diplomacia debe ser una herramienta para fortalecer las relaciones internacionales y no un campo de batalla ideológico. En el caso de Nadine Heredia, Torre Tagle manejó el tema con profesionalismo, evitando politizar un asunto que es eminentemente diplomático.
Un caso que trasciende lo jurídico
El asilo de Nadine Heredia no solo plantea interrogantes legales, sino también éticas y políticas. Sin embargo, es crucial que este caso no sea utilizado como herramienta de confrontación política. Tanto Perú como Brasil han actuado dentro del marco de sus competencias internacionales, y este episodio debe ser analizado con objetividad y respeto. La diplomacia debe prevalecer, y las relaciones bilaterales deben fortalecerse en beneficio de ambos países. Este caso es un recordatorio de la importancia de actuar con responsabilidad y visión en el ámbito internacional.