Así se elige al Papa: El proceso del Cónclave

Tras la partida del Papa Francisco, la Iglesia Católica inicia oficialmente el proceso del cónclave, mediante el cual se elegirá al nuevo Sumo Pontífice. Un total de 135 cardenales menores de 80 años, provenientes de diferentes partes del mundo, se reunirán en el Vaticano para participar en esta histórica elección.

Los preparativos para la sucesión papal en el año 2013

El cónclave, que significa literalmente «bajo llave», se caracteriza por el estricto aislamiento de los cardenales electores, quienes se encierran en la Capilla Sixtina bajo rigurosas medidas de seguridad. Durante este tiempo, todas las formas de comunicación son bloqueadas en la zona para garantizar la confidencialidad absoluta del proceso. Romper ese secreto podría acarrear la excomunión automática.

El proceso de elección se lleva a cabo entre 15 y 20 días después de declarada la sede vacante. Antes del inicio formal del cónclave, los cardenales participan en congregaciones generales, donde analizan los desafíos actuales de la Iglesia y evalúan el perfil que debería tener el próximo Papa. Aunque no está permitido hacer campaña ni auto postularse, los cardenales pueden expresar apoyo hacia otros candidatos y compartir sus opiniones.

Durante las votaciones, que se realizan hasta cuatro veces al día, los cardenales escriben el nombre de su elegido en una papeleta con la frase en latín «Eligo in Summum Pontificem» (“Elijo como Sumo Pontífice”). Para que un candidato sea elegido, debe obtener al menos dos tercios de los votos. Antes de cada sesión, se sortean los nombres de los cardenales que contarán los votos y verificarán el proceso.

Las papeletas se queman al finalizar cada jornada de votación. Si el humo que emerge de la chimenea de la Capilla Sixtina es negro, significa que aún no hay consenso. En cambio, si el humo es blanco y suenan las campanas de la Basílica de San Pedro, el mundo católico recibe el anuncio esperado: Habemus Papam (“Tenemos Papa”).

Con millones de fieles atentos en todo el mundo, se espera que este cónclave defina no solo al nuevo líder espiritual de la Iglesia, sino también el rumbo que tomará la institución en los próximos años.