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Ricardo Sánchez Serra
Argelia está, desde hace algunos meses, incrementando su belicosidad con Marruecos. Está determinada a iniciar una conflagración por dos motivos muy claros: dar por la fuerza, a su títere el Polisario, territorios de las provincias del sur de Marruecos y salir así al Atlántico; y, distraer a su pueblo de la grave crisis económica que atraviesa.
La tensión la aumenta ahora, porque acusan a Marruecos, sin pruebas, de haber abatido un camión con tres argelinos en la zona colchón del Sahara.
La pregunta obvia es ¿Qué hacía el camión en una zona en la que nadie puede entrar y solo es patrullada por los Cascos Azules de las Naciones Unidas? Y peor aún, argelinos en frontera ajena.
La propia Argelia señala que va a investigar el incidente y antes de eso acusa a Marruecos. ¿Qué va a investigar entonces?
Además, hace casi un año el Frente Polisario rompió el alto al fuego, que se había comprometido con la ONU y Marruecos en 1991 y hasta el viernes había emitido 358 partes de guerra, de supuestos ataques a posiciones marroquíes.
Esa “conflagración” no existe, es un invento para llamar la atención internacional, pues si fuera cierto, el semáforo del Consejo de Seguridad de la ONU estaría en rojo y habría tomado medidas.
Entonces, es posible, que esa guerrita que ha armado el Polisario y sus maniobras militares hayan podido bombardear al camión de marras y disfrazarlo con la utilización de armamento marroquí.
Este episodio nos recuerda la excusa que necesitaba el dictador Adolf Hitler para invadir Polonia y encender la Segunda Guerra Mundial. Hitler ideó la “Operación Himmler”, por la cual un comando de la SS, con uniformes polacos, atacaron a posiciones alemanas. Hitler justificó así la guerra con Polonia.
Puede que los argelinos, aliados de los nazis, estén utilizando ls mismas tácticas.
La comunidad internacional debe tomar en cuenta los antecedentes, por ejemplo, que Argelia cerró sus fronteras con Marruecos en la década de los ´90, que inventó un conflicto artificial creando al frente Polisario -dotándolo de armas y logística- para que se enfrente a Marruecos, teniendo a la población secuestrada saharaui de Tinduf como carne de cañón.
Asimismo, Argelia rompió, sin motivos valederos ni racionales, relaciones diplomáticas con Marruecos en agosto, prohibió que aviones civiles marroquíes sobrevuelen territorio argelino y cerró el gasoducto del Magreb -construido hace 25 años- que abastecía a España, pasando por Marruecos, por razones políticas, utilizando el gas como arma.
Es importante señalar, igualmente, que los últimos reveses diplomáticos de Argelia, causados, en especial, por las Naciones Unidas, la ha irritado, de tal manera, que está buscando un cabeza de turco.
A Argelia le duele que la ONU la siente en las conversaciones con Marruecos y el Polisario, sobre el Sáhara. Quiso ser solo observador, cuando en realidad es el problema, el que creó el conflicto artificial y la ONU no es tonta. Y, también, porque en la última Resolución del Consejo de Seguridad no aprobaron lo que ella pretendía y que, asimismo, enfureció a su títere el Polisario.
Argelia tiene sed de venganza, sed de sangre y quiere iniciar irresponsablemente una guerra.
La ONU y la comunidad internacional están advertidos.