
La proclamación de Luis Arce como candidato presidencial por el Movimiento al Socialismo (MAS) marca un punto de inflexión en la política boliviana. Tras la ruptura con el exmandatario Evo Morales, Arce busca consolidar su liderazgo y asegurar un segundo mandato en las elecciones generales.
El camino hacia la reelección no será fácil. Arce enfrenta una oposición que lo acusa de no haber abordado eficazmente los problemas económicos del país, así como divisiones internas dentro del MAS. La figura de Morales, quien también aspira a la presidencia con su nuevo movimiento «Evo Pueblo», añade un elemento de incertidumbre al panorama electoral.
En su discurso tras ser proclamado candidato, Arce denunció intentos de «matar» al MAS por parte de sectores de la derecha boliviana, a través de «desestabilización», bloqueos y manifestaciones. Estas acusaciones reflejan el clima de confrontación política que vive el país.
La gestión de Arce ha estado marcada por la pandemia de COVID-19 y la necesidad de impulsar la recuperación económica. Su gobierno ha implementado políticas para apoyar a los sectores más vulnerables y fomentar la producción nacional. Sin embargo, la escasez de dólares y combustible ha afectado su popularidad, según las encuestas.
La candidatura de Arce representa un intento del MAS por reafirmar su posición en el escenario político boliviano. Con un panorama electoral complicado, el partido deberá enfrentar no solo a la oposición, sino también a las expectativas de la ciudadanía en un contexto de crisis económica y social.