Un nuevo rey. Ayer 28/11 -cuando el club blanquiazul cayó ante el Sport Huancayo y fue condenado al ‘descenso’ en la Ligue 2- un grupo de personas originalmente diseñadas para competir en segunda división se coronaron campeones, los campeones del fútbol peruano. En el mismo estadio y con el mismo árbitro que en este fatídico 28/11/2020. Con su hijo pródigo en el campo. Con el máximo goleador de la historia de la Copa Sudamericana. Con la defensa más fuerte y el portero menos derrotado del torneo. Con el aliento de miles de enfermos, recuerdan mucho. Con jugadores que se quedan sin saber el futuro, se trata de compensar su pobre desempeño en el pasado. Con un técnico tan pocas palabras y tantas acciones. Incluso los guionistas más optimistas no piensan en ello. Es imposible que suceda un cuento de hadas así. Al menos eso es lo que parece.
Sin embargo, esta alianza puede hacer cualquier cosa. No fue un accidente. Carlos Bustos, que llegó a La Victoria después de liderar a San Martín y Melgar, flexibilizó sus ideas, adaptando su modelo de juego a las características de los jugadores, no de los jugadores, debería ser todo lo contrario. El argentino, con su dilatada experiencia en el fútbol mexicano, descubrió que el punto más fuerte de su equipo es la defensiva. Lo prioriza y valora la importancia que buscan sus equipos. Le funcionó la mayor parte del año y ayer, en el último suspiro de una temporada ajetreada, no pudo ser una excepción.
Cuando las acciones sugeridas por Sporting Cristal, el equipo más exitoso en 2021, sopesan los resultados generales y fuerzan el tiempo extra, Victoria Wall respondió con rechazos, intercepciones, intercepciones y disciplina táctica. Y si es necesario, la mano impenetrable de Ángelo Campos cuando tenemos una propina. Las manos del DT ni siquiera se han estrechado al enviar a Hernán Barcos como centro / total durante el último cuarto de hora. Todo importa mientras sea un héroe. Incluso Arley Rodríguez saltó a su cabeza frente a la pelota. ¿Él es? Corazón, corazón a latir.
C.E.R.R.