El atentado se produjo cuando dos sujetos disfrazados de burkas (velo que cubre todo el cuerpo hasta la cara), estallaron explosivos en una mezquita de chiís hazara, causando la muerte de treinta muertos y un aproximado de cincuentas heridos, que fueron llevados a un centro médico cercano al lugar, en la localidad de Gardez, provincia de Paktia.
El presidente afgano Ashraf Ghani Ahmadzai, repudió este siniestro hecho por estos terroristas que acabo en una masacre trágica diciendo: “Los terroristas, una vez más, muestran su enemistad con el Islam y la humanidad”.
Además, Abdullah Asrtat, representante de dicha provincia, argumentó: “Los atacantes, fuertemente armados y vestidos con burkas, dispararon contra los guardias privados a la entrada de la mezquita en la ciudad de Gardez, tras lo cual ingresaron al templo y detonaron sus explosivos entre unos 100 feligreses”.
El plan que ejecutaron los dos terroristas para cometer el siniestro hecho se llevó acabo de la siguiente forma: el primero explotó con la bomba dentro de su cuerpo estallando con las personas que estaban alrededores del lugar. Mientras que el segundo en repetir la misma acción de su compañero fue abatido por la policía antes que presione el detonador.
El gobernador de la provincia, Abdul Wali Sahi, expresó: “Estamos trabajando para tener todos los detalles sobre las víctimas, porque los heridos y cuerpos fueron llevados a varios hospitales públicos y privados”.
Por otro lado, según fuentes se especula que el ataque fue producido por el Estado Islámico. Ante ello vía Twitter Zabihullah Mujahid, portavoz de los talibanes, salió a desmentir añadiendo: “La explosión y el ataque de hoy en la mezquita de Khawaja Hassan no tiene nada que ver con los combatientes del emirato islámico”.
Un dato desalentador por la Misión de las Naciones Unidas en Afganistán, publicada el 15 de julio de este año, señala que la cifra de muertes de civiles es de 1692 y los heridos alcanza una cantidad de 3430 en los primeros seis meses del 2018.
F.T.L.
