(En nuestro diario de vida, ha de figurar el pan como aliento y la fuerza cooperante conjunta, a través del lenguaje de los sueños y del abecedario de las ilusiones. No podemos desfallecer, tenemos que vivir hasta desvivirnos por vivir, que la fuente vivencial está en el corazón. Mil pulsos unidos nadie los paraliza; mientras desunidos es como enterrarse en curso. Además, aquel que sólo está para sí, también está difunto para los demás).
Víctor CORCOBA HERRERO
Escritor español
I.- ASISTE Y RESISTE
Puede que nos asombren las sombras,
que nos impidan tomar la orientación;
que la adversidad nos deje sin fuerza,
pero no podemos abandonar la senda,
hay que luchar por ella sin inmolarse.
Resistamos, no renunciemos al ahogo,
alcancemos familiaridad en nosotros,
tomemos la respiración del sacrificio,
despertemos al término de la batalla,
para acogerse y recogerse en familia.
La pasión está en no desmoronarse,
en reconstituirse en cada amanecer,
en tragar saliva y en aguantar recto;
pues aunque la senda sea tenebrosa,
existimos para darnos luz y caminar.
II.- ESPERA Y ESPERANZA
Romper raíces de sol es destruirse,
y hemos venido para reconciliarnos,
para tejer un nuevo relato edificante,
para crear y recrearnos en el amor,
para amarnos y revitalizar el alma.
En esta espera hay que estar unidos,
por la fe de un Dios que no reniega,
que nos busca y rebusca sin cesar,
que persevera en el abrazo perenne,
a la expectativa de reencontrarnos.
Hemos de estar en guardia siempre,
buscando la manera de cohabitar,
y el modo de coexistir en quietud;
moviendo el propósito de placidez,
y removiendo el juicio del poema.
III.- EJERCICIO Y TRABAJO
La liturgia de los días está en forjar,
un ejercicio que nos renazca vivos;
vivos para un armónico reverdecer,
en comunión y donación perdurable,
en un sí de afectos y efectos únicos.
La carga es una cruz que nos hace,
encauzar la labor de nuestro paso
por la tierra, volviendo la mirada
a Jesús, que hizo de la vida un don,
una entrega de virtudes y bondades.
Demos orden al verbo en la verdad,
a la savia para que crezca el árbol,
avivemos lo viviente, no el agobio,
seamos dóciles a la voz del espíritu,
e inaccesibles a la conducta suicida.