A la luz de la poesía

COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

(Nada se resiste a la estrella del verso y la palabra, por muy oscura que sea la noche y nuestras angustias mortales; es cuestión de volvernos contemplativos y de entrar en sanación, de reencontrarnos y de sentirnos al lado de Jesús, cultivando la mecha de la lírica, que es la que ahuyenta la soledad de nuestras lágrimas, convirtiendo nuestras penas en poemas de luz).

Víctor CORCOBA HERRERO

Escritor español

I.-  DIOS NOS ENVUELVE

La obra liberadora nos abraza, está cerca;

el momento se ha cumplido, dirimiendo; 

el espacio de la balada nos coge, riendo;

Dios existe con nosotros, a nuestro lado;

no se agotará nunca jamás de dar aliento.

Esta cercanía es el inicio de una rotación,

de un requerir ser parte de lo armónico,

y de un querer vivir en el celeste vocablo,

que es la que nos enciende la esperanza,

y nos apaga las cruces que nos echamos.

El verbo divino infunde esta serenidad,

pero no deja de sorprendernos cada día,

nos consuela y nos pone en protección,

para que sellemos la unión de corazones,

y abramos la fuerza universal del amor. 

II.- VOLVER AL NIDO DEL VERSO

Es el tiempo de hallarnos mar adentro,

de penetrar en nosotros y de mirarnos,

de vernos en nuestras propias miserias

y de avergonzarnos, de sentirnos nada,

y de retroceder al Padre que lo es todo.

Jesucristo nos espera y no se desespera,

conoce y reconoce todos nuestros males;

habita en la cruz con los brazos abiertos,

para llevarnos consigo y darnos reposo,

de vuelta a casa con la loa en los labios.

No es ir al Señor, no; es volver al nido

que nos transfigura, pule y embellece;

es retornar al excelso árbol de la musa,

a enraizarnos en la verdad para florecer,

como lirios junto a la mística trinitaria.

III.- CON LAS ALAS DEL DON CREATIVO

Hemos venido a circular para vivirnos,

somos viandantes en continuo caminar,

pues la vida es toda una incesante ruta,

para sembrar sueños y surcar mensajes,

con la gracia glorificadora de alabanza.

Todo ser necesita sentirse en su hacer,

requiere contemplarse y comprenderse;

por eso se interroga en cada despertar,

y busca una lírica que cure sus heridas,

que remedie, exima y nutra sus andares.

Cada cual consigo mismo ha de verse,

esta es la singularidad del gran poeta,

para conversar profundo y transparente

con Cristo, porque su bondad está ahí,

tan auténtica y verídica como la lluvia.

corcoba@telefonica.net